4.- Otras
pruebas
Los animales irracionales
persiguen fines y los consiguen.
La persecución y consecución de
fines es efecto de la razón.
Luego la persecución y
consecución de fines por los animales irracionales es efecto de la razón de un
ser racional para el que no hay más nombre propio que el de Dios.
Esta prueba por la finalidad
o teleológica, de telos, fin, puede extenderse, por un lado, al
mundo entero, y, por otro lado, al hombre.
La prosecución y consecución de
fines por los animales irracionales es parte del orden cósmico, efecto, como
todo orden, de una razón, que, en este caso, no puede ser más que la divina.
Por su parte, el hombre
persigue el fin último de la felicidad infinita, que no puede ser más que la de
un ser para el que no hay más nombre propio que el de Dios.
Luego, o el hombre no consigue
el fin último que persigue, o existe Dios.
Esta prueba, por la felicidad,
o eudemonológica, de eudemonía, felicidad, la consideran unos
filósofos como una variante, no de la prueba teleológica, sino de la prueba
climacológica, por la relación que hay patentemente entre la perfección y la
felicidad infinita y entre el ser parte de la perfección y el tener parte en la
felicidad infinita; pero otros la consideran como una prueba independiente.
A esta prueba puede
incorporarse la prueba por la moralidad humana o prueba ética:
El hombre se siente obligado a
ser moral u obediente a una ley moral que tiene que ser efecto de la voluntad
de un legislador para el cual no hay más nombre propio que el de Dios; y
si es moral, se siete digno de conseguir la felicidad infinita que persigue: la
moralidad es la condición de la felicidad.
Hay ideas, como que nada puede
ser y no ser algo a la vez, o que el todo es mayor que la parte, o que dos y
dos son cuatro, que son, han sido y serán verdad siempre, o que son verdades
eternas.
Ahora bien, las ideas son ideas
de alguien, de un sujeto, que las piensa.
Las verdades eternas no
pueden ser ideas de ningún sujeto temporal.
Luego tienen que ser ideas de
un sujeto eterno, para el que no hay más nombre propio que el de Dios.
Tal es la prueba por las ideas
o ideológica, llamada también prueba por las verdades eternas.
Finalmente, Dios es el ser que
consiste en existir, o cuya esencia es la existencia misma, o el ser
esencialmente existente, o el ser existente, por esencia.
La inexistencia del ser
existente es una contradicción, y toda contradicción imposible.
Luego Dios existe y
necesariamente.
Esta prueba, por la idea misma
de aquello que es Dios, se llama ontológica porque la idea de Dios es la
del ser por exelencia, que es patentemente el ser consistente en existir,
puesto que un ser cualquiera es un existente.
Las pruebas por la
contingencia, por los grados y por el orden cósmico han tenido por primeras
premisas proposiciones que tienen por objetos la contingencia o la imperfección
de los seres integrantes del mundo o el orden de éste.
Las pruebas por la felicidad y
la moralidad, por las verdades eternas y por la idea de Dios, han tenido por
primeras premisas proposiciones que tienen por objetos la felicidad del
hombre e ideas que tiene el hombre.
Las distintas pruebas han
tenido por conclusiones proposiciones que tienen por objeto un ser, respectivamente,
cuya existencia no tiene causa,
pero que es causa de la existencia de todos los demás,
de propiedades perfectas o
infinitas,
de razón causa del orden
cósmico,
de felicidad infinita,
sujeto de las verdades eternas,
cuya esencia es la existencia,
que es un mismo ser, Dios; pues
que todas estas peculiaridades son perfectamente compatibles en un solo ser
cuya esencia es la existencia,
por lo que su existencia no tiene causa; que tiene propiedades y una felicidad
perfectas o infinitas, y que es sujeto de las verdades eternas, causa de la
existencia y del orden de todos los demás seres, legislador de la ley moral y
fin último del hombre.
Ahora debemos examinar,
proceder a la crítica de la validez de las pruebas fundamentales.
Pretenden ser pruebas por que
pretenden tener por premisas proposiciones que tendrían por objetos hechos
o fenómenos de experiencia, dados o innegables, y por
conclusiones proposiciones que tendrían por objeto el único ser que
podría ser causa o razón de tales hechos o fenómenos.
El examen de la validez de las
pruebas debe empezar por el de los objetos de las premisas: si no fueran los
hechos o fenómenos que pretenden las pruebas, éstas serían ya inválidas; si
fuesen los hechos o fenómenos que pretenden las pruebas, el examen de la
validez de éstas debe continuar con el del objeto de las conclusiones: si no
fuese el único ser causa o razón de los hechos o fenómenos, las pruebas
serían en definitiva inválidas.
Es el examen a que procedera la
lección siguiente.
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