3.- Las
pruebas cosmológica y climacológica
Hay una teología que es parte
de la filosofía y una teología que no es parte de la filosofía. Para
diferenciarlas se llama a la que no es parte de la filosofía teología dogmática
y a la que es parte de la filosofía teología natural o racional.
Se quiere decir que la teología dogmática toma por principio los dogmas
de fe -por ejemplo, de la Iglesia católica- y se dedica a explicarlos, a
dar razón de ellos, hasta donde se puede. Es la teología de los teólogos.
Y se quiere decir que la teología natural o racional toma por
principio lo conocido o conocible por la razón natural del hombre, es
decir, por la razón propia de la naturaleza humana, de la esencia del hombre,
prescindiendo de toda fe en dogmas. Es la teología de los filósofos -y
la única que puede entrar en este curso.
Esta teología filosófica ha
tenido históricamente por incumbencia principal el probar o demostrar la
existencia de Dios. Cabe pensar que la existencia de Dios no necesita
probarse o demostrarse -pero el hecho de que se hayan hecho históricamente
tantos esfuerzos para probarla o demostrarla, parece razón suficiente para
probar que sí se necesita probarla o demostrarla. Y cabe pensar que la
existencia de Dios no puede probarse o demostrarse -pero parece fundado
pensar que únicamente después de examinar las pruebas o demostraciones
de la existencia de Dios, o argumentos para probarla o demostrarla, será
fundado concluir que la prueba o la demostración es imposible. Cabe
pensar, en fin, que probar o demostrar la existencia de Dios presupone la idea
de Dios -que la prueba o la demostración de la existencia de algo, sea lo que
sea, presupone tener siquiera idea de aquello cuya existencia se trata de
probar o demostrar; o sea, que la primera incumbencia de la teología
sería la idea misma de Dios. Pero ¿y si ciertas cosas, hechos, fenómenos,
fuesen tales que, sin ninguna idea previa de Dios, moviesen a razonar o
raciocinar, a argumentar, en tal forma que la conclusión de los raciocinios o
argumentos fuese la idea de Dios?...
Vamos, pues, a proceder sin más
al examen de las pruebas de la existencia de Dios, o de los argumentos para
probarla.
A lo largo de la historia de la
filosofía se han formulado muchísimos, pero se reconoce generalmente que la
gran mayoría son puras variantes de unos principales, relativamente pocos.
Acerca de cuáles sean éstos, de la clasificación, ordenación o sistematización
de ellos, de la validez de cada uno, discrepan los filósofos -cómo no. Pero
quizá nadie negaría que las pruebas de la existencia de Dios o argumentos para
probarla principales históricamente sean las llamadas
por la contingencia o cosmológica,
por los grados o climacológica,
por la finalidad, o teleológica,
por las ideas o ideológica
y por la idea misma de Dios u ontológica.
Estos nombres serán explicados
al tratar de cada una.
El orden en que se han
enumerado quedará explicado al acabar de tratar de ellas.
Procedamos, pues, a formularlas.
Hay seres que nacen y mueren,
como los seres vivos, o que se construyen y destruyen, como los artefactos -y
las cosas de la naturaleza inanimada, desde las piedras hasta los astros. Estos
seres existen después de nacer o construírse y antes de morir o
destruírse; pero antes de nacer o construírse y después de morir o destruírse, no
existen.
Ahora bien, es incomprensible
que un ser que no existe empiese a existir -por sí mismo o
por sí solo. Comprensible es únicamente que un ser que no existe
empiece a existir por causa de otro, preexistente.
Es concebible una sucesión
infinita de seres de los que la existencia de cada uno sea efecto del
anterior, o de los que cada uno sea causa de la existencia del siguiente, pero
la existencia de tal sucesión infinita de seres es ella misma incomprensible.
Por todo ello es necesaria esta
conclusión: comprensible es únicamente la existencia de una sucesión
finita o infinita de seres, sean o no causas y efectos unos de otros, por causa
de una serie simultánea y finita de seres de cuya existencia sea
causa el primero -o cuya existenia no tenga a su vez causa. Para este
ser, cuya existencia no tiene causa, pero que es causa de la existencia de
todos los demás, no hay más nombre que le sea propio que el nombre propio Dios.
Esta prueba se llama cosmológica
porque su primera proposición o premisa tiene por objetos los seres,
vivos o inanimados, naturales o artificiales, que integran el mundo o cosmos.
Y se llama por la
contingencia, porque se llaman seres contingentes aquellos que no
existen antes o después de existir, que son los mismos seres, integrantes
del mundo o cosmos.
Existen propiedades imperfectas
o finitas de de seres como la inteligencia, o la bondad, o la belleza,
de los seres humanos.
Ahora bien, es incomprensible
que exista nada imperfecto o finito sin que exista lo perfecto
o infinito de lo que lo imperfecto o finito es (como) una parte.
Por lo cual es necesaria esta
conclusión: comprensible es únicamente la existencia de propiedades imperfectas
o finitas como partes de propiedades perfectas o infinitas de un ser -para el
que no hay más nombre propio que el nombre propio Dios.
Esta prueba se llama climacológica
o por los grados, del nombre griego clímax, escala, porque
sus proposiciones tienen por objetos las gradas o los grados de la escala de la
imperfección y la perfección de las propiedades de los seres integrantes del
mundo -y de Dios.
1/8/61
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