Jorge Luis Borges
A un César
En la noche propicia a los lémures
y a las larvas que hostigan a los muertos
han cuartelado en vano los abiertos
ámbitos de los astros tus augures.
Del toro yugulado en la penumbra
las vísceras en vano han indagado;
en vano el sol de esta mañana alumbra
la espada fiel del pretoriano armado.
En el palacio tu garganta espera temblorosa
el puñal. Ya los confines
del imperio que rigen tus clarines
presienten las plegarias y la hoguera.
De tus montañas el horror sagrado
el tigre de oro y sombra ha profanado
y a las larvas que hostigan a los muertos
han cuartelado en vano los abiertos
ámbitos de los astros tus augures.
Del toro yugulado en la penumbra
las vísceras en vano han indagado;
en vano el sol de esta mañana alumbra
la espada fiel del pretoriano armado.
En el palacio tu garganta espera temblorosa
el puñal. Ya los confines
del imperio que rigen tus clarines
presienten las plegarias y la hoguera.
De tus montañas el horror sagrado
el tigre de oro y sombra ha profanado
VI.- La Verdadera
Antropología Filosófica
6.1.- Si filosofía es
teoría y teoría es el desarrollo de una definición, la verdadera antropología
filosófica sólo se constituirá plenamente en el desarrollo cabal de:
la filosofía del
hombre: el desarrollo cabal de la definición de hombre, y de;
la filosofía de la
filosofía: el cabal desarrollo de la definición de filosofía.
6.2.- El hombre es: el
animal racional, se ha dicho del hombre y de la razón… y con razón. La filosofía
contemporánea recomienda empezar por la dado, tomando esto como un principio
evidente más allá del cual no se puede ir; y lo inmediatamente, sin el
subterfugio de previa búsqueda o rebúsqueda alguna (la contradicción del dato
buscado), es el pensamiento consciente de sí, del filósofo en su situación de
partir a donde quiera que quera partir. Si lo dado así es el pensamiento
consciente de sí, no queda sin o partir del lenguaje verbal, doblemente articulado,
humano, de la razón, de la palabra verbalmente expresa, ya sea con palabra
interior. La palabra es, en efecto, lo dado inmediatamente a la conciencia,
como pensamiento consciente de ´si justamente –que es lo dado, lo puesto, lo
que está ya ahí antes de ponerse o ir a buscar nada, lo indubitable, lo inconcusa,
lo irrefragablemente dado. Lo dado en el hombre, inmediatamente, la palabra, la
razón en el hombre.
6.3.- Es el hombre el
animal provisto de palabra, de razón. ¿Pero, es el hombre el único animal
provisto de razón, de palabra? No… y si. No, porque hay otros animales
provistos de palabra, pero que no son propiamente racionales, que no son particularmente
conscientes de ella, que la usan, cuando la usan, sin razón de ser,
inconscientes de ella y de sí mismos – a diferencia del hombre, que por su
pensamiento, por su palabra, por su razón, es consciente de ella, de la
palabra, y a través de ella de sí mismo.
6.4.- En efecto: loros, pericos, cuervos dentro del
reino de las aves, cuando menos, hablan, pero lo hacen, se debe objetar, de una
forma meramente imitativa, mecánica, reproductiva, sin competencia verdadera ni
capacidad creadora ni verdadera consciencia –a la manera, digamos de paso, de
algunos tipos humanos, en primer sitio las señoras que comadrean en el lavadero
los pecados y condenas de otros, que andan hablando, chismorreando, meramente
de oído; también el político y actor, que repiten enfáticamente un script
determinado, lo que un chícharo dicta en su oreja; por último algunos hombres,
poetas, oradores inspirados, que no hablan por ellos, sino que escuchan la “otra
voz” . Pero hablar como perico, al menos, no es habar propiamente hablando,
valga la redundancia, generalmente por un defecto de la razón, de la conciencia
de la palabra y/o de sí mismo –ya sea por exceso de razón, pues hay quien por
su boca habla con la voz de los dioses. Los loros, pericos y cuervos que
hablan, cuando hablan, no tienen en cambio un característica esencial del
lenguaje humana en tanto hablada, en tanto lengua: la competencia, la capacidad
de crear con un número finito de palabras un número si no infinito si al menso
indeterminado de oraciones, de nuevas expresiones.
6.5.- Dentro de la
superfamilia de los antropoides superiores destaca la rama de los lemúridos.
Los lémures, oriundos, endémicos de Madagascar, son primates de cola larga, cuadrúmanos
de uñas largas, de hábitos nocturnos y ojos reflectantes, que emiten
misteriosas vocalizaciones estrepitosas para comunicarse –siendo, por paradójico
que parezca, los primates antropoides de menor masa cefálica comparativamente hablando.
Se han detectado y grabado más de 400 voces que emiten, cuyo extenso repertorio
de vocalizaciones pertenece al lémur de cola amarilla, y que va más allá de las
llamadas de atención o de las llamadas de apareamiento. Acaso por ello sus
gritos has sido asociado a las “larvae” o lémures de la mitología romana, quien
vio en ellos espectros, fantasmas o espíritus
de la muerte.
6.6.- En cuanto a los chimpancés
puede decirse que también vocalizan, pero sin el uso de consonantes, no
pudiendo por ello propiamente articular palabra alguna.
Se ha desarrollado por tanto la teoría de
que el aparato buco-faríngeo de la fonación humana adquirió la flexibilidad que
ahora tiene capaz de producir sonidos tanto vocales como consonantes con la
evolución, con el paso de la postura cuadrúpeda a la postura erecta, que deja las
manos y los brazos libres; posición vertical, erguida del ser humano, que le
permitió también la retracción de las mandíbulas y el paso del hocico animal a
la boca humana, pero también del desarrollo del cerebro humano, y el
mantenimiento de los dos ojos en un mismo plano, lo que le otorga una visión
estereoscópica del entorno, de profundidad.
Sin embargo, los observadores cercanos de
los chimpancés han visto que tales curiosos animales del extenso reino zoológico,
al parecer tuvieron en determinado momento un lenguaje, por pruebas de
comunicación experimental, pero que por una razón lo perdieron, quedando fragmentos,
retazos del lenguaje originario, el cual ya no pueden usar para comunicarse.
6.7.- Por el otro lado,
la filosofía no puede ser plena, cabal, si es en parte o totalmente
inconsciente de sí misma, de lo que ella por esencia es, o de ser filosofía.
Pues de ser ignorante de sí misma corre el peligro de ser sólo equívocamente o
vergonzantemente filosofía; de no ser del todo filosofía o de dejar de ser.
Capítulo de la miseria de la filosofía que, inconsciente de sí misma, ha llegado
en nuestros tiempos a confundirse con otra cosa que no es ella o que ella no es
y que así, confundida sobre sí, se piensa mal o mal piensa, revuelta con otra
cosa que va contra ella misma –y tal sucede efectivamente cuando se revuelve,
cuando se regodea con la ciencia política, especialmente, con el economicismo,
o con otra entelequia; cuando por ejemplo se piensa ciencia, como en el caso de
la filosofía analítica, como empresa parcial o mera analítica de conceptos aislados
del sistema, como un átomo aislado en el sistema del saber científico construido,
como la Torre de Babel, entre todos, y muy despacio, muy poco a poco, durante
el transcurso de generaciones (para entonces ser sustituida paulatina pero
inexorablemente por los procediemientos, por esas herramientas o utensilios o
artefactos propiamente dichos de la técnica, de la tecnología, que es el motivo
dominante la ciencia moderna de la naturaleza física, de la ciencia pagana, que
es una ciencia evidentemente sin Dios… y sin filósofos… los cuales, en verdad,
le estorban).
Así, antes de concluir perentoriamente que
la filosofía no sirve para nada, como aquel crítico que empezaba sus análisis literarios
con la consigna “Terminemos”, hay que preguntarse por el ser, por la esencia,
por la naturaleza de ella. Y lo primero que se ocurre es que la filosofía es
ciencia, es teoría, ya se ha dicho, repetido, varias veces, pero que difiere de
a ciencia en su constitución misma por su objeto; pues a diferencias de las
otras ciencias, la filosofía no tiene por objeto una región de objetos, o un
escorzo de ellos, sino… sino… sino a la totalidad del ser –con todo lo existente,
con todo lo habido y hasta por haber.
En ello la filosofía tiene un lazo de
parentesco más bien con otras dos disciplinas del espíritu humano: con la
religión y con el mito, pues sendas perspectivas de la realidad también tienen
como objeto la totalidad de lo que hay, siendo por eso comprensivas tanto del
puesto del hombre en el cosmos, como de las variedades y naturaleza de los
seres. La filosofía lleva o conlleva ese parentesco, esa familiaridad con el
mito y la religión en otro carácter: su gusto por lo maravilloso, por lo
grande, por lo extraordinario, por lo universal –pues sin universalidad
posible, con pura subjetividad, no hay filosofía que valga.
6.8.- Sea lo que sea la
filosofía o lo que resulte ser, pues nada, que empieza por ser teoría que parte
de lo dado, del pensamiento consciente de sí verbalmente expreso –por lo que
hay que empezar con esto, con la expresión verbal. Pero por una fenomenología,
por una descripción de la expresión verbal primero, la cual muestre la
estructura, la naturaleza mejor dicho del lenguaje, sobre la cual se de razón
de la palabra misma, de la expresión verbal, que es la tarea propia de la
teoría. Empero, en la expresión verbal se ha detectado ya un ingrediente de
expresión mímica (el tono de voz), por lo que lo mejor será por ella: por la
fenomenología, y consiguiente teoría de la expresión mímica.
6.9.- La filosofía de
la expresión de la expresión verbal irá conduciendo por sí misma a una
fenomenología de la razón, en el sentido de ir pasando revista a los conceptos
dominantes del pensamiento humano, y a una consecuente teoría de la razón, de
la que naturalmente se derivará una filosofía de la filosofía propiamente
hablando, que es la de este curso.
6.10.- Los conceptos dominantes del pensamiento
humano han venido a llamarse las “categorías de la razón”. Especial atención
habrán de recibir las categorías nos sólo ontológicas, sino sobre todo
axiológicas y existenciales de la razón misma. Estas serían:
Ontológicas: sustancia
y modo, esencia, ente, etc.;
Espistemológicas: fenomenología,
teoría, razón de ser, definición, explicación, etc.;
Axiológicas: bello-feo,
bueno-malo, útil, inútil;
Existenciales: sociedad-individuo,
existencia-inexistencia, aparición, desaparición, reaparición;
Ontoteológicas y
meontológicas: no, nada, todo, infinito.
Así, el examen completo de las categorías dominantes
del pensamiento humano, de las categorías filosóficas fundamentales, demostrará
ser una filosofía de la razón, un sistema de la razón, que ha de cerrarse sobre
sí misma en examen autocrítico de sí –pues la filosofía es, como el ouróboros
de la zoología fantástica, esa imaginaria serpiente que tiene la coca que
muerde y la cola que se muerde en cada uno de sus puntos, y que termina en una
boca que se muerde muy naturalmente la cola.
6.11.- Si la filosofía
ha sido algo a lo largo de su milenaria historia, lo ha sido de los conceptos
dominantes del pensamiento humano, de las categorías, que han variado en cuanto
a su atención a lo largo de ésta, de la historia, y que serían todos ellos y en
conjunto abarcadores de la realidad universal o en su conjunto.
Así, el resultado que de tal examen
obtendremos muy probablemente es que:
La antropología
filosófica y la filosofía de la filosofía son los dos cuernos de un problema
que al final convergen, siendo la única y verdadera antropología filosófica
aquella que dando una explicación del hombre por razón, por la filosofía (el
hombre, el animal filósofo), acabe por dar una explicación de la filosofía, de
la razón, por el hombre –porque la filosofía no se elije como una chaqueta de
un variado ajuar, sino que a cada filósofo, a cada hombre corresponde una filosofía, pues que clase de
filosofía se elige, depende de que clase de hombre se es. Como corolario de todo ello se desprenderá muy
probablemente la siguiente conclusión: que las filosofías no se eligen ni se
dejan de elegir por razones, de la razón pura, sino por motivos irracionales
del ánimo, que serían razones, impuras, de la razón práctica. Con la que la
serpiente acabaría, efectivamente, mordiéndose la renegada cola.
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