viernes, 11 de octubre de 2013

Tres Notas Sobre Ética Por José Gaos





I.- Mi Ética [1]

I
   Si se entiende la felicidad y el placer en toda la extensión y comprensión posibles, como toda satisfacción, desde la sensible más grosera, hasta la espiritual más refinada, profunda, inadvertida como tal –todas las éticas son de hecho eudemonistas y hasta hedonistas.
   Mas el hecho induce precisamente a calificar y graduar las satisfacciones y a reconocer que  (la d)el valor sumo es (la de) las personalidades individuales perfectas armonizadas consigo y entre si.
   Este concepto reconoce el hecho de las contrariedades de cada individuo y entre los individuos –pero también lo supera…
   Caso particular relevante: los placeres nocivos –para satisfacciones superiores, los dolores benéficos –para satisfacciones.
   La calificación se subordina a la graduación: las satisfacciones cualitativamente mayores son las mayores de todas. ..
   El mal de la soberbia moral –y de la filosófica.
   La perfección y armonía, no de las personalidades entre sí, sino ya de cada una consigo, es obra ideal de esfuerzo paciente histórico de progreso moral.
   Cada persona está obligada por la evidencia, de perfecciones, para ella –aunque no la tengan aún para las demás, pero también controlada por las demás, en evitación de la posible aberración individual, en una dialéctica. .. Imperativo categórico personal.
   El respeto mutuo a las personalidades ajenas es no sólo la condición de la armonía entre ellas, sino sobre todo de la perfección de cada una por las ajenas.
   El conocimiento de la naturaleza humana y de la Humanidad y su perfección, es independiente del seudoconocimiento metafísico-teológico: éste no es sino la infinitación de aquel o de aquella que es potencia “mental” esencial a ésta misma.
   La comparación con las éticas históricas da el siguiente resultado.
   La de la virtud moral de Aristóteles es un antecedente excelente, pero la de la intelectual demasiado intelectualista por su lado, por teológica. Peca de unilateral y de teológica.
   La de Aristipo reconoce bien el valor del placer sensible, pero no el de los demás placeres. Peca por defecto.
   La de Epicuro reconoce bien el valor de los placeres del espíritu, pero no el de los valores anejos al de otras relaciones humanas que la de la amistad. Peca por defecto.
   La de Anístenes y las tan o menos restrictivas de Sócrates, Platón y los estoicos, reconocen bien el valor de las personalidades individuales de la Humanidad, pero no el de más o menos otras cosas humanas y placeres anejos. Pecan por defecto en el sentido contrario a Aristipo, no tan contrario que Epicuro.
   La de Santo Tomás es la de Aristóteles, extremando su teologismo.
   La de los voluntaristas y positivistas teológicos peca de teologismo extremo.
   La de Hobbes es a lo sumo como la de Epicuro y encima de su estatismo –totalitario avant la tettre- falso de hecho o/y en relación con el conocimiento de la humanidad y la Humanidad y su perfección. Peca por defecto y por in-ciencia.
   La de Spinoza es sin duda demasiado intelectualista y teológica, pero si no también demasiado restrictiva, sería otro antecedente excelente, amputada de su teologismo y compensando su intelectualismo.
   La de Leibniz es como la de Spinoza –a pesar de la extrema contrariedad del monismo panteísta y el pluralismo teísta, lo que da que pensar: ¿independencia de la moral concreta a las interpretaciones teológicas o viceversa?
   La de Shaftsbury parece antecedente por excelencia -si amputable de su panteísmo.  Peca por teologismo.
   La de Hume reconoce bien el egoísmo y el altruismo implicado en la perfección de las personalidades propia y ajena.  Quizá el antecedente por excelencia con Shaftsbury o en lugar de él.
   La de Smith perfecciona la doctrina humana de lo altruista.
   La de Kant peca de formalista o de contradictoria, de restrictiva y a la postre de teológica –y quizá en esto más que ninguna, al pensar que la moralidad postula en último término a Dios. La más alejada de la mía. Kant sería mi clásico por su limitación de la razón pura y su explicación de ésta por la práctica, pero no por ésta. O mi error de interpretación hasta aquí: Kant no explica la razón pura por la práctica, sino los objetos mismos de la pura por la práctica…
     La de Fichte: unilateralismo voluntarista, restrictivismo?, idealismo teológico.
   La de Hegel: unilaterilismo intelectualista, idealismo teológico. Y el detalle de la Moralitat ¿no superaría los de Aristóteles y Spinoza?
   Shopenhauer: voluntarismo y metafísico, emocionalismo unilateral de la compasión, pesimismo contra (la obra d)el ideal histórico.
   Feuerbach perfeccionismo omnilateral y antropologismo teológico: parecería mi antecedente –pero confrontar en Filosofía contemporánea lo que me decepcionó.
   Marxismo: interpretable como antecedente, recordando el fin individualista de su comunismo y amputando su metafísca materialista?
   No merece la pena más que atenerse a los antecedentes que no requieren tales operaciones.
   Nietzsche: perfeccionismo omilateral?, antropologismo metafísico, pero metafísico naturalista y por ello, menos que Feuerbach?!
   Bentham: reconoce bien lo cuantitativo en lo eudemónico –punto subordinado.
   Mill: id. Lo cualitativo diferenciado.
   Spencer: antecedente de la obra el ideal histórico –quizá demasiado simplista: tomar el ideal por realidad forzosa a la parte. 
  Ética de los valores: perfeccionismo omnilateral; personalista, pero teológico, en Scheler; agnóstico, pero no personalista? En Hartman. Antecedente!
   Ética existencialista. Jaspers? Heidegger: explicación de la moral-idad por el no ser del ser humano. Yo: explicación por la moral-idad del “ser” y el “no ser”. Antecedente no tanto de la Ética, cuanto de la relación Ético-Metafísica.
   Sartre: el personalismo de la autenticidad, ya en Heidegger a contrario sensu.
   Ética neopositivista; el partir de la expresión, el señalar lo “significado” –pero mal. Y no antecedente, sino concomitante y consiguiente.

11/7/63

II
   He llegado a pensar que con un concepto suficiente del placer y la felicidad no hay más ética posible, ni efectiva, que la eudemonológica y aún la hedonística.
   Pero ello querría decir que una satisfacción profunda, pura, alta (vivida como tal) no podría erra, ser nociva, ser mala, como no sólo lo pueden, sino que lo son efectivamente muchos placeres sensibles –y esto es lo que se me ha ocurrido que no es exacto del todo: el mal causado por un odio demoníaco  puede ser o dar una satisfacción profundísima, radical (si no alta ni pura, pero equivalente a esto en su signo contrario), al malhechor demoníaco: una satisfacción demoníaca, no sólo puede, sino que debe ser una satisfacción mala.
   Luego el criterio de la satisfacción no paree permitir discernir absolutamente lo bueno o lo malo –como no lo permitiría el placer sensible. Al contrario: para discernir la bondad o maldad de la satisfacción –absoluta, no se ofrece más criterio que el de la naturaleza buena o mala, divina o demoníaca, del sujeto de la satisfacción  -naturaleza intelectiva o volitiva primaria o radicalmente, sería indiferente.
   Indiferente también que las naturalezas divina y demoníaca no sean más que infinitizaciones humanas de lo vivido por el hombre como bueno o malo: esto es lo que parece no poder ser discernido por la satisfacción, sino por una naturaleza buena o mala del hombre mismo que serviría de criterio para discernir las satisfacciones mismas.
   Es la naturaleza moral del hombre lo que le haría menesteroso y susceptible de satisfacción en general, de satisfacciones superficiales y profundas, buenas y malas. (Idea que debo a Fichte).
      Dos o tres reparos.
  Uno. Por supuesto, tal naturaleza humana, menesterosa y susceptible de satisfacciones, es decir, con éstas, ¿no son éstas, retroactiva o retrospectivamente, en círculo, el criterio de lo bueno y de lo malo en ella?
    Dos. Pero, a su vez, ¿no son las satisfacciones, en círculo, el criterio de la naturaleza, divina o demoníaca?
      No parece. Parece, al contrario, que no se puede conceptuar una satisfacción de divina o demoníaca más que por un sujeto naturalmente divino o demoníaco.
       Tres. ¿Círculo, antinomia, de la naturaleza y la satisfacción, del perfeccionismo y el eudemonismo, como criterio del bien y del mal, de lo moral?

17/7/63
  




III.- Cuatro Puntos sobre Mi Ética [2]


   Si la hipótesis eudemonista no se verifica, no hay sino que verificar otras hipótesis posibles.
   Si no se verifica ninguna, que concluir el antinomismo.
I
   Decir que la bondad o la maldad son modos –cualitativos- sui generis, es no decir nada más sino que hay tales modos. 
   Decir que tales modos son intersubjetivos totales no es decir bastante: lo que hay que decir es si lo modalizado por ellos es intersubjetivo total, parcial o subjetivo. Y lo que hay que decir es que es de hechos las tres cosas.
   “La ceguera para los valores”, ceguera de los demás para los valores de uno (lo moralizado de bueno para uno no lo es para otros, ciegos para ello), es un concepto para el relativismo fáctico.
   El axiologismo es un puro facticismo, descriptivo, no etiológico.
II
   Decir que la bondad y la maldad son relaciones de conformidad o inconformidad de los actos humanos con una ley o imperativo, es obligare a dar razón de esa ley:
   si positiva, por alguna natural;
   si natural, será (la de) naturaleza humana misma –que parece ser de hecho la teleológica eudemonista con la antiteleológica cacodemonista, 
   si divina, se presenta el problema de la relación entre moralidad y divinidad.
   El imperativo categórico kantiano es  una ley natural de la sociabilidad humana: ricamente la máxima individual generalizable a todos los demás individuos de la sociedad humana sin autoanularse, es aprte del funcionamiento perviviente de la sociedad humana.
III
   A las éticas pesimistas por la imposibilidad de la felicidad –Schopenhauer, existencialismo- les falta el dar razón de la concepción de tal imposible.
IV
   Al eudemonismo o a la ecuación
   bien= felicidad = satisfacción,
se le opone, naturalmente, el invalidante contrario: las satisfacciones malas, o el cruce entre bienes malos y males buenos. Parte de la relatividad de las (in) satisfacciones.
   A lo que las réplicas serían: relatividad: individual, especial, general. Bienes buenos para uno, malos para otro, males buenos para uno, malos para otro. El otro puede ser uno mismo en otro momento. Puntos de vista propio y ajeno.
   ¿Y el fenómeno evidente de la bondad maldad de ciertos actos en todo sujeto y momento?
   ¿La bondad y maldad no serían siempre de actos voluntarios?
   El impulsivo asesino: el asesinato es malo por insatisfactorio para el prójimo, el asesino no es malo por involuntario.
   Varias dimensiones: actividad satisfactoria o insatisfactoria; actividad para el sujeto o para el prójimo; actividad voluntaria o involuntaria.
   El eudemonismo está probado por la concepción de la felicidad infinita como concepción de la felicidad humana.
   La imposibilidad de reducir el bien a lo querido está probada por la voluntad del mal, sin la cual todo sería en definitiva únicamente voluntad del bien y se falsearía el fenómeno del dualismo.

18/8/65




[1] Título de José Gaos. Folios 015740 a 015744; dorsos de 015743-015744
[2] Título de Editor. Folios: 12476-12477 y dorsos.




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