I
Si se
entiende la felicidad y el placer en toda la extensión y comprensión posibles,
como toda satisfacción, desde la sensible más grosera, hasta la espiritual más
refinada, profunda, inadvertida como tal –todas las éticas son de hecho
eudemonistas y hasta hedonistas.
Mas el hecho
induce precisamente a calificar y graduar las satisfacciones y a reconocer
que (la d)el valor sumo es (la de) las
personalidades individuales perfectas armonizadas consigo y entre si.
Este concepto
reconoce el hecho de las contrariedades de cada individuo y entre los
individuos –pero también lo supera…
Caso particular
relevante: los placeres nocivos –para satisfacciones superiores, los dolores
benéficos –para satisfacciones.
La calificación
se subordina a la graduación: las satisfacciones cualitativamente mayores
son las mayores de todas. ..
El mal de la
soberbia moral –y de la filosófica.
La perfección
y armonía, no de las personalidades entre sí, sino ya de cada una consigo, es
obra ideal de esfuerzo paciente histórico de progreso moral.
Cada persona
está obligada por la evidencia, de perfecciones, para ella –aunque no la tengan
aún para las demás, pero también controlada por las demás, en evitación de la
posible aberración individual, en una dialéctica. .. Imperativo categórico
personal.
El respeto
mutuo a las personalidades ajenas es no sólo la condición de la armonía entre
ellas, sino sobre todo de la perfección de cada una por las ajenas.
El
conocimiento de la naturaleza humana y de la Humanidad y su
perfección, es independiente del seudoconocimiento metafísico-teológico: éste
no es sino la infinitación de aquel o de aquella que es potencia “mental”
esencial a ésta misma.
La
comparación con las éticas históricas da el siguiente resultado.
La de la
virtud moral de Aristóteles es un antecedente excelente, pero la de la
intelectual demasiado intelectualista por su lado, por teológica. Peca de
unilateral y de teológica.
La de
Aristipo reconoce bien el valor del placer sensible, pero no el de los demás
placeres. Peca por defecto.
La de Epicuro
reconoce bien el valor de los placeres del espíritu, pero no el de los valores
anejos al de otras relaciones humanas que la de la amistad. Peca por defecto.
La de
Anístenes y las tan o menos restrictivas de Sócrates, Platón y los estoicos,
reconocen bien el valor de las personalidades individuales de la Humanidad , pero no el de
más o menos otras cosas humanas y placeres anejos. Pecan por defecto en el
sentido contrario a Aristipo, no tan contrario que Epicuro.
La de Santo
Tomás es la de Aristóteles, extremando su teologismo.
La de los
voluntaristas y positivistas teológicos peca de teologismo extremo.
La de Hobbes
es a lo sumo como la de Epicuro y encima de su estatismo –totalitario avant la tettre- falso de hecho o/y en
relación con el conocimiento de la humanidad y la Humanidad y su
perfección. Peca por defecto y por in-ciencia.
La de Spinoza
es sin duda demasiado intelectualista y teológica, pero si no también demasiado
restrictiva, sería otro antecedente excelente, amputada de su teologismo y
compensando su intelectualismo.
La de Leibniz
es como la de Spinoza –a pesar de la extrema contrariedad del monismo panteísta
y el pluralismo teísta, lo que da que pensar: ¿independencia de la moral
concreta a las interpretaciones teológicas o viceversa?
La de
Shaftsbury parece antecedente por excelencia -si amputable de su
panteísmo. Peca por teologismo.
La de Hume
reconoce bien el egoísmo y el altruismo implicado en la perfección de las
personalidades propia y ajena. Quizá el
antecedente por excelencia con Shaftsbury o en lugar de él.
La de Smith
perfecciona la doctrina humana de lo altruista.
La de Kant
peca de formalista o de contradictoria, de restrictiva y a la postre de
teológica –y quizá en esto más que ninguna, al pensar que la moralidad postula en último término a Dios. La más
alejada de la mía. Kant sería mi clásico por su limitación de la razón pura y
su explicación de ésta por la práctica, pero no por ésta. O mi error de
interpretación hasta aquí: Kant no explica la razón pura por la
práctica, sino los objetos mismos de la pura por la práctica…
La de Fichte:
unilateralismo voluntarista, restrictivismo?, idealismo teológico.
La de Hegel:
unilaterilismo intelectualista, idealismo teológico. Y el detalle de la Moralitat ¿no
superaría los de Aristóteles y Spinoza?
Shopenhauer:
voluntarismo y metafísico, emocionalismo unilateral de la compasión, pesimismo
contra (la obra d)el ideal histórico.
Feuerbach
perfeccionismo omnilateral y antropologismo teológico: parecería mi antecedente
–pero confrontar en Filosofía contemporánea lo que me decepcionó.
Marxismo:
interpretable como antecedente, recordando el fin individualista de su comunismo
y amputando su metafísca materialista?
No merece la
pena más que atenerse a los antecedentes que no requieren tales operaciones.
Nietzsche:
perfeccionismo omilateral?, antropologismo metafísico, pero metafísico
naturalista y por ello, menos que Feuerbach?!
Bentham:
reconoce bien lo cuantitativo en lo eudemónico –punto subordinado.
Mill: id. Lo
cualitativo diferenciado.
Spencer:
antecedente de la obra el ideal histórico –quizá demasiado simplista: tomar el
ideal por realidad forzosa a la parte.
Ética de los valores: perfeccionismo
omnilateral; personalista, pero teológico, en Scheler; agnóstico, pero no
personalista? En Hartman. Antecedente!
Ética
existencialista. Jaspers? Heidegger: explicación de la moral-idad por el no ser
del ser humano. Yo: explicación por la moral-idad del “ser” y el “no ser”.
Antecedente no tanto de la Ética, cuanto de la relación Ético-Metafísica.
Sartre: el
personalismo de la autenticidad, ya en Heidegger a contrario sensu.
Ética
neopositivista; el partir de la expresión, el señalar lo “significado” –pero
mal. Y no antecedente, sino concomitante y consiguiente.
11/7/63
II
He llegado a
pensar que con un concepto suficiente del placer y la felicidad no hay más
ética posible, ni efectiva, que la eudemonológica y aún la hedonística.
Pero ello
querría decir que una satisfacción profunda, pura, alta (vivida como tal) no
podría erra, ser nociva, ser mala, como no sólo lo pueden, sino que lo son
efectivamente muchos placeres sensibles –y esto es lo que se me ha ocurrido que
no es exacto del todo: el mal causado por un odio demoníaco puede ser o dar una satisfacción
profundísima, radical (si no alta ni pura, pero equivalente a esto en su signo
contrario), al malhechor demoníaco: una satisfacción demoníaca, no
sólo puede,
sino que debe ser una satisfacción mala.
Luego el
criterio de la satisfacción no paree permitir discernir absolutamente lo bueno
o lo malo –como no lo permitiría el placer sensible. Al contrario: para
discernir la bondad o maldad de la satisfacción –absoluta, no se ofrece más
criterio que el de la naturaleza buena o mala, divina o demoníaca, del sujeto
de la satisfacción -naturaleza
intelectiva o volitiva primaria o radicalmente, sería indiferente.
Indiferente
también que las naturalezas divina y demoníaca no sean más que infinitizaciones
humanas de lo vivido por el hombre como bueno o malo: esto es lo que parece no
poder ser discernido por la satisfacción, sino por una naturaleza buena o mala
del hombre mismo que serviría de criterio para discernir las satisfacciones
mismas.
Es la
naturaleza moral del hombre lo que le haría menesteroso y susceptible de
satisfacción en general, de satisfacciones superficiales y profundas, buenas y
malas. (Idea que debo a Fichte).
Dos o tres
reparos.
Uno. Por
supuesto, tal naturaleza humana, menesterosa y susceptible de satisfacciones,
es decir, con éstas, ¿no son éstas, retroactiva o retrospectivamente, en
círculo, el criterio de lo bueno y de lo malo en ella?
Dos. Pero, a
su vez, ¿no son las satisfacciones, en círculo, el criterio de la naturaleza,
divina o demoníaca?
No parece. Parece, al contrario, que no se puede conceptuar una satisfacción de divina o
demoníaca más que por un sujeto naturalmente divino o demoníaco.
Tres. ¿Círculo,
antinomia, de la naturaleza y la satisfacción, del perfeccionismo y el
eudemonismo, como criterio del bien y del mal, de lo moral?
17/7/63
Si la
hipótesis eudemonista no se verifica, no hay sino que verificar otras hipótesis
posibles.
Si no se
verifica ninguna, que concluir el antinomismo.
I
Decir que la
bondad o la maldad son modos –cualitativos- sui
generis, es no decir nada más sino que hay tales modos.
Decir que
tales modos son intersubjetivos totales no es decir bastante: lo que hay que
decir es si lo modalizado por ellos es intersubjetivo total, parcial o
subjetivo. Y lo que hay que decir es que es de hechos las tres cosas.
“La ceguera
para los valores”, ceguera de los demás
para los valores de uno (lo
moralizado de bueno para uno no lo es para otros, ciegos para ello), es un
concepto para el relativismo fáctico.
El
axiologismo es un puro facticismo, descriptivo, no etiológico.
II
Decir que la
bondad y la maldad son relaciones de conformidad o inconformidad de los actos
humanos con una ley o imperativo, es obligare a dar razón de esa ley:
si positiva,
por alguna natural;
si natural,
será (la de) naturaleza humana misma –que parece ser de hecho la teleológica
eudemonista con la antiteleológica cacodemonista,
si divina, se
presenta el problema de la relación entre moralidad y divinidad.
El imperativo
categórico kantiano es una ley natural
de la sociabilidad humana: ricamente la máxima individual generalizable a todos
los demás individuos de la sociedad humana sin autoanularse, es aprte del
funcionamiento perviviente de la sociedad humana.
III
A las éticas
pesimistas por la imposibilidad de la felicidad –Schopenhauer, existencialismo-
les falta el dar razón de la concepción de tal imposible.
IV
Al
eudemonismo o a la ecuación
bien=
felicidad = satisfacción,
se le opone, naturalmente, el invalidante contrario:
las satisfacciones malas, o el cruce entre bienes malos y males buenos. Parte
de la relatividad de las (in) satisfacciones.
A lo que las
réplicas serían: relatividad: individual, especial, general. Bienes buenos para
uno, malos para otro, males buenos para uno, malos para otro. El otro puede ser
uno mismo en otro momento. Puntos de vista propio y ajeno.
¿Y el
fenómeno evidente de la bondad maldad de ciertos actos en todo sujeto y
momento?
¿La bondad y
maldad no serían siempre de actos voluntarios?
El impulsivo
asesino: el asesinato es malo por insatisfactorio para el prójimo, el asesino no
es malo por involuntario.
Varias
dimensiones: actividad satisfactoria o insatisfactoria; actividad para el
sujeto o para el prójimo; actividad voluntaria o involuntaria.
El
eudemonismo está probado por la concepción de la felicidad infinita como concepción
de la felicidad humana.
La
imposibilidad de reducir el bien a lo querido está probada por la voluntad del
mal, sin la cual todo sería en definitiva únicamente voluntad del bien y se
falsearía el fenómeno del dualismo.
18/8/65
[1] Título de José Gaos. Folios 015740 a 015744; dorsos de
015743-015744
[2] Título de Editor. Folios: 12476-12477 y dorsos.
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