jueves, 12 de septiembre de 2013

El Vicio y la Virtud Por Alberto Espinosa

El Vicio y la Virtud

La virtud es la procura de la perfección, del equilibrio armónico de la compleja naturaleza humana, entre lo sensible y lo suprasensible (entre la sensación y la intuición o inspiración), entre lo natural en el hombre y lo sobrenatural que también hay en él (pero no sobrehumano), entre lo racional e intelectual y lo emocional (que determina los movimientos del ánimo), y entre los impulsos y sentimientos egoístas y los sentimientos sociales o altruistas -de por sí más débiles y necesitados de un reforzamiento por medio de la educación y la cultura, si no de la política.
El vicio es la incuria de tal perfección, el predominio de alguno de los extremos polares de la compleja naturaleza humana, en detrimento de la perfección equilibrada, el cual tocaría su mayor extremo de insatisfacción cuando se anula la voluntad de vivir o se deja de perseguir el fin de la felicidad o el ser deja de persistir en si mismo o en aquello en que consiste. Los desequilibrios son efectos de causas físicas o culturales, donde se da lo contra-natura, la naturaleza dividida contra sí misma o la pugna entre partes de ella. El mayor vicio, cuando socialmente es premiado el vicio y desconocida y hasta penada la virtud.
Si la felicidad es el logro de perfección equilibrada de la naturaleza humana, ésta no parece un ser estado asequible sino como alternativo y correlativo al de infelicidad. El vicio debe ser por tanto penado; la virtud recompensada. La política de la moralidad, la pugna de la eudemonía humana por ser universal, incluye así la pugna contra tales desequilibrios -muy notablemente la pugna social por el establecimiento del vicio penado y la virtud recompensada -que es el complejo fenómeno del reconocimiento social de los valores. Es decir, el fin de la felicidad, de la satisfacción, no puede alcanzarse si no concurren también factores sociales, políticos, para lograrla.


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