19.- Locke, Berkeley,
Hume y Kant
De Descartes salió también el nuevo gran
giro dado a la filosofía por Locke. El esbozo de una teoría del origen de las
ideas en la filosofía de Descartes fue convertido por Locke en una ensayo de
sistematización completa, detallada y voluminosa del origen de todas las ideas,
a que podía reducirse toda la filosofía. Todas las ideas serían, o ideas
simples o compuestas de las simples. Las simples serían las de la sensación o
percepción externa y las de la reflexión o percepción interna. Es el dualismo cartesiano
en versión gnoseológica. El resultado de tal versión para las ideas de
sustancia y causa, cardinales de la metafísica hasta entonces, fue decisivo.
Locke redujo la idea compuesta de sustancia a la de una x o incógnita concebida
como soporte de las cualidades objeto de las ideas simples.
Berkeley negó redondamente la existencia de
la sustancia material, fundándose en que las cualidades primarias a que se la
había reducido al reconocerse la subjetividad de las secundarias, eran tan
subjetivas como éstas; y dio a este inmaterialismo o espiritualismo por
antecedente el nominalismo o negación de las ideas distintas de las imágenes de
las cosas sensibles, que no serían más que nombres para grupos de estas cosas.
Hume negó igualmente la existencia de la
sustancia espiritual y redujo la causalidad a una creencia en la sucesión de
los efectos a las causas engendrado por el hábito de la percepción de esta
sucesión, completando así la destrucción de las ideas fundamentales de la
metafísica tradicional toda y por tanto de ésta misma.
Kant inició una reacción contra tal
destrucción por el camino de una crítica comparada de los juicios integrantes
de la metafísica y los integrantes de la matemática y los principios de la
física, cuyo meollo es el siguiente.
En el juicio los cuerpos son extensos, el
concepto-sujeto comprende el concepto-predicado. El juicio no hace, pues, más
que descomponer o analizar el concepto-sujeto. Es un juicio analítico -y
universal y necesario. Su fundamento es el concepto-sujeto.
En el juicio los cuerpos son pesados, el
concepto-sujeto no comprende el concepto-predicado. El juicio compone o
sintetiza el concepto sujeto con el concepto predicado. Es un jucio sintético.
Su fundamento es la experiencia. Es un juicio sintético a posteriori de la
experiencia. No es necesario ni universal.
En el juicio 7 + 5 = 12, el concepto sujeto
no comprende el concepto predicado. Es un juicio sintético. Pero es universal y
necesario o a priori de la experiencia. ¿Cuál es, entonces, su fundamento? La
matemática se integra de juicios sintéticos a priori como éste.
Los principios de la física, por ejemplo, el
de causalidad, todo cambio tiene una causa, son juicios sintéticos a priori.
La metafísica se compone de juicios
sintéticos a priori, por ejemplo, todos los seres son contingentes o hay un ser
necesario o la esencia de Dios implica la existencia.
El fundamento de los juicios de que se
integra la matemática es el siguiente.
Los juicios de la geometría tienen por
sujetos y predicados conceptos referentes al espacio. El espacio no es nada
como los cuerpos extensos, no es un cuerpo extenso más; no es más que una forma
de yuxtaponer las sensaciones constitutivas de los fenómenos extensos,
corporales -y causadas por cosas en sí. Los juicios de la geometría son
necesarios de todos estos fenómenos porque estos fenómenos no existen sino
conformados por el espacio y los juicios de la geometría son juicios sobre
éste.
Lo que el espacio es para los juicios de la
geometría es el tiempo para los juicios de la aritmética.
Y lo que es el espacio y el tiempo para los
juicios de las matemáticas, lo son para los principios de la física las
categorías o unos conceptos como los de causa y efecto, con los que concebimos
o conformamos las sensaciones ya conformadas en yuxtaposición con el espacio y
en sucesión con el tiempo. Los fenómenos físicos están, pues, tan integrados en
parte por las categorías como en otra parte por el espacio y el tiempo y en el
resto por las sensaciones -y los principios de la física versan sobre las
categorías.
Pero los juicios de la metafísica no son
juicios sobre fenómenos, sino sobre lo que no puede ser fenómeno, como la
contingencia de los seres o la necesidad de un ser o la esencia divina. Y lo
que no puede ser fenómeno no está integrado por las sensaciones conformadas por
el espacio y el tiempo o las categorías. Está integrado exclusivamente por las
categorías -y las ideas. A los juicios de la metafísica les falta, pues, un
fundamento análogo al de los juicios de la matemática y los principios de la
física: el fundamento de éstos era la integración de sus objetos por las
sensaciones y el espacio y el tiempo y las categorías; los objetos de la
metafísica están integrados únicamente por las categorías.
Pero además de las ciencias y la metafísica
hay la moralidad, las acciones u omisiones llevadas a cabo por el sentimiento
del deber o respeto a la ley moral o al imperativo categórico que dice: obra de
manera que el móvil de tu acción pueda ser ley universal de las acciones
humanas. La moralidad postula la unión de la virtud y la felicidad en otra
vida, postulando la inmortalidad del alma y a Dios como única garantía posible
de la una y la otra. Es la gran prueba moral de la existencia de Dios y el
restablecimiento de la metafísica ya no sobre la base del conocimiento o de la
razón pura (teórica), sino de la moralidad o de la razón (pura) práctica.
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