18.- Descartes y el
Cartesianismo
Descartes dio a la filosofía un giro nuevo
con su obra maestra, las Meditaciones metafísicas, de cuyo curso son las
grandes etapas las siguientes;
para poder estar cierto de alguna verdad,
considerar como si fuesen falsas todas las opiniones simplemente dudosas, y
buscar una afirmación de que no pudiera dudar ni queriendo, por decirlo así:
duda metódica;
tal afirmación la encontró en ésta: pienso
luego existo; de que pienso no puedo dudar , pues el dudar mismo es pensar; y
pensar es existir como pensante;
en el pensamiento encuentra un conjunto de
ideas y se pregunta por el origen de ellas;
la de Dios no puede deberla a sí mismo, no
puede deberla más que a Dios mismo: un sér como él, que se reconoce imperfecto
pero tiene la idea de Dios, el ser perfectísimo, no puede deber su existencia a
sí mismo, pues si se la hubiese dado, se habría hecho perfecto, ni puede deber
a sí mismo su idea de Dios, pues una causa debe tener tanta perfección por lo
menos como el efecto y un ser imperfecto no puede ser causa de la idea de la
perfección; y, en fin, la idea de Dios, el ser perfectísimo, implica la
existencia de la perfección: argumento ontológico;
hay, pues, una sustancia infinita, Dios, una
sustancia finita extensa, la materia, y una infinidad de sustancias pensantes,
las almas racionales o espíritu, de que carecen los animales, puras máquinas.
En este sistema se reconoce una arquetipo
del dualismo.
Los grandes filósofos inmediatamente
posteriores a Descartes se consideran integrando el cartesianismo, porque sus
filosofías pueden considerarse como otras tantas variaciones de la de Descartes
cuantas eran posibles.
Era posible intentar la reducción de todas
las sustancias o clases de ellas a una de ellas,
todas a la extensa o a la materia;
materialismo
todas a la espiritual o psíquica;
espiritualismo
todas a la divina; panteísmo
y era posible concebir la relación entre las
sustancias de las distintas clases o entre las distintas sustancias de varias maneras:
causando la pensante efectos en la extensa y
viceversa a pesar de la heterogeneidad de una y otra que hace incomprensible
tal relación: influjo físico
causando Dios los efectos en la extensa con
ocasión de las ideas de ellos en la pensante y los efectos en ésta con ocasión
de los movimientos de la extensa: ocasionalismo
siendo el mismo el orden de las ideas y el
de las cosas por ser unas y otras puros modos de la sustancia divina:
paralelismo psicofísico
creando Dios las sustancias con tal
perfección que el desarrollo de las respectivas vidas coincidiría sin necesidad
de influencia alguna entre ellas: armonía preestablecida.
Descartes había combinado el dualismo con el
influjo físico.
Hobbes desarrolló el materialismo y
consecuentemente la causalidad material pura.
Spinoza combinó el panteísmo y el
paralelismo.
Malebranche, el dualismo y el ocasionalismo.
Y Leibniz, el espiritualismo y la armonía
preestablecida, en su monadología o teoría de las mónadas o unidades, como
llamó a las sustancias psíquicas o espirituales.
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