martes, 8 de enero de 2013

José Gaos Dar razón





 Texto manuscrit encontrado en la CARPETA 31. folio: 4657 (7 Hojas) del Archivo José Gaos del IIF [1]


José Gaos

Dar razón[1]


CARPETA 31. folio: 4657 (7 Hojas)

   El concepto de "justificación" es uno de los más importantes de todos los conceptos. No es "injustificado" llegar a decir que, en cierto sentido o respecto, es el más importante de todos. Es lo que, presuponiéndolo, "justificaría" el que empecemos haciendo una pequeña fenomenología de la justificación, que acabará justificando la importancia del concepto y con ello justificándose a sí misma.
   Toda justificación es de algo ante algo, por o para algo y con o mediante algo. El "de algo" indica los "objetos" de la justificación. El "ante algo" se reducir a los "sujetos" de ella. El "por o para algo" mienta la "Razón de ser" de la justificación. El "con o mediante qué" significa el "instrumento" de ella. O "lo justificando", "el juez de la justificación", "la razón de la justificación", "lo justificante" o "justificador". La razón y el instrumento contienen más propiamente la "esencia" de la justificación. Pero de los cuatro ingredientes que se acaba de distinguir en el fenómeno, es aquel del que hay que partir el sujeto o el juez: es el haber sujetos ante los cuales hay razón para que se justifiquen con o mediante algo objetos, la razón radical de la existencia del fenómeno; no el haber objetos que por alguna razón hayan de justificarse con algo ante sujetos; ni el haber razones para que objetos se justifiquen ante sujetos; ni el haber instrumentos de justificación, aunque esto, que parece lo más obvio, sea lo más discutible...
   Mas entre los jueces humanos de la justificación representa una distinción fenomenológicamente muy importante la de uno mismo, para sí, t los otros o todos los demás, como confirmará cuanto va a seguir.
   Es, en efecto, ante cada uno mismo, ante quien, ante todo, deben, esto es, por una razón, justificarse objetos con o mediante instrumentos justificantes; ante cada uno mismo deben justificarse incluso las justificaciones ante otros...[2] Pero, en cambio, no ante cada sujeto humano hay razones para que se justifiquen los mismos objetos. Quizá ante los más de todos los seres humanos no se justifiquen sino unos objetos, que, por muchos que sean, serán pocos, comparados con la totalidad de los objetos, que ha de justificarse ante algunos sujetos humanos, sean éstos algunos hombres religiosos, los santos, o los filósofos, o algunos de éstos, algunos hombres por su naturaleza personal especialmente constituidos en jueces de justificación universal. Todos los humanos son igualmente racionales en esencia; pero no en las "propiedades" y "accidentes" de esta esencia. Quizá, incluso, la jerarquía más radical existente entre los humanos todos sea la sentada por los grados de las "exigencias" y "capacidades" de su razón pura y práctica relativamente a su justificación.
   Y ¿con qué suplir la deficiencia o remediar la carencia? Con la razón postulada, dando razón de que cada sér exista y tal cual es -forzosamente, por medio de otro o de uno, siquiera, por él mismo... La teología (teodicea) justifica a Dios por su propia naturaleza o esencia.
   Pero ¿por qué tan universal necesidad de justificación? Porque todo se presenta menesteroso de justificación -de razón de ser, para la razón humana en el ápice de la mentada jerarquía: o por que para esta razón todo se presenta -se presenta, por lo pronto, carente o deficiente de razón, irracional, en su ser como es y en su existir mismo; y por su parte, tal carencia o deficiencia dice postulación de razón, de racionalidad. El por qué o para qué de la justificación, la razón de la justificación, se revela así de una peculiar dualidad de contrarias razones: razón de la necesidad de la justificación o de ésta misma es una falta de razón -que postula la razón que falta.[3]
   Lo que no tiene justificación, lo que se presenta como no teniéndola, se presenta desde luego como inexplicable e incomprensible y últimamente como no teniendo derecho a la existencia, como sin razón de ser ni teórica ni efectiva, o está perdido.
   Ante unos humanos no tiene que justificarse, ni ante ellos mismos ni ante otros, más objetos quizá que algunos actos propios o ajenos.[4] Pero ante otros humanos tiene que justificarse, ante ellos mismos, todo: todo lo humano, ajeno y propio, y todo lo infrahumano, y todo lo sobrehumano, incluso Dios; y no solas las acciones de los seres sino las omisiones y los seres mismos en su integridad, o su índole toda y su existencia, o los seres (sustancias) y las cosas de los seres (modos). Si ante quien tiene que justificarse todo, incluso, o principalmente, uno mismo, es Dios, es porque Este y la justificación ante El resultan justificadas ante uno mismo.
   La necesidad de justificación es una de las características, de las exclusivas más radicales del hombre, por no decir la más radical -sin justificación. Podría definirse también al hombre como el animal menesteroso de justificación. Hombre = razón = justificación. Pero hay que puntualizar en qué sentido.
   Singularmente, el hombre ha menester de justificarse -de ninguna justificación ha menester tanto como de la de sí mismo- ante otros seres, su padre o su hijo, su jefe o su subordinado, su amante o su enemigo, Dios -ante Este tanto como muestran las religiones, obra exclusiva del homo religiosus, y obra qué radical también -y, quizá lo más radicalmente, ante sí mismo -cualquiera que sean las relaciones entre la justificación ante sí mismo y la justificación ante otros seres. Y si la justificación ante él se extiende a todo lo habido y por haber, la justificación de él ante otros seres o ante sí mismo se extiende a cada una de las acciones específicamente humanas; a toda su manera de ser, su carácter, su personalidad; a su misma existencia. La justificación puede ser teórica, como parte de la de todo, y práctica en estos términos: el hombre ni necesita ni puede justificar prácticamente más que los efectos de y por (con) las causas propios unos y otras de dinamismo de su naturaleza.
   De Dios no puede decirse que haya menester de que se justifique ante El nada y menos que nada El mismo. En El serían la imposibilidad y la innecesidad de ella una misma cosa - ante sí y menos ante ningún otro sér. Ante sí, en sí y para sí. Lo que hay que decir es más bien que ante El necesita justificarse y se justifica de hecho todo, hasta el mal, hasta la nada, menos El mismo. Su creación entera se justifica ante El por su gloria.
   Ente el hombre y Dios hay, pues, la diferencia consistente en que Dios no ha menester de justificación ante nadie, ni sí mismo, mientras que el hombre ha menester de justificación ante otros seres, ante Dios y ante sí mismo. La diferencia basta para -justificar la definición del hombre por la menesterocidad de justificación.[5]
   El hombre en general, ha menester de justificación teórica de todo, de todo lo habido y por haber de que tiene noción o noticia o simplemente sospecha. Y parece en principio que todo puede tener tal justificación. La filosofía sería el esfuerzo del hombre para justificar teóricamente ante sí todo, desde la existencia y naturaleza de la inanimada hasta le existencia y esencia de Dios[6], pasando por su propia existencia y naturaleza. Otra cosa es que el esfuerzo se revele frustráneo, revele que no puede dar razón de la existencia de Dios o de la existencia de un sér de la naturaleza de él mismo, del hombre en la Naturaleza; o más radicalmente, que no puede darse razón indefinidamente o de las razones últimas de todo lo demás: si se da de la existencia de Dios por su esencia, de ésta no puede darse más que por ella misma (causa sui).
   Sujetos ante los cuales sea posible la justificación no pueden ser a su vez más que los seres humanos o seres "sobrehumanos", singularmente Dios.[7] La posibilidad de ser juez de justificación tiene por condición la de ser racional.[8] En rigor, no es ante el sujeto humano en su integridad ante quien se justifica algo, por algo, con algo, sino sólo ante su razón -pura o práctica. Las justificaciones ante el sentimiento, los instintos o impulsos, o la voluntad, no lo son sino en la medida en que sentimiento, instintos o impulsos resultan por su parte justificados ante la razón, y la voluntad, o es racional, o no es voluntad, sino una moción irracional, si no infrarracional, de lo que es válido lo que se acaba de decir de instintos e impulsos. Unicamente ante un sujeto que fuese pura razón sería posible justificación ante él en su integridad.
   Pero ¿no es tal razón una razón puramente teórica, una "razón pura", y no hay "razones prácticas" y hasta una "razón práctica"? -Sin duda. La razón con que se justifique puede ser teórica o práctica. Ejemplos: la suma de los ángulos de un triángulo es igual a dos rectos, porque la suma de los ángulos adyacentes formados alrededor de un punto a un solo lado de una recta es igual a dos rectos; se come porque se siente hambre o apetito. La justificación por una razón pura o practica puede llamarse ella misma pura o práctica. La justificación teórica es la fundamentación o el dar razón teórica es la fundamentación. El dar razón practica es la justificación. La justificación práctica puede cifrarse en el término "utilidad", servicio, finalidad, si se lo entiende con suficiente amplitud. Pedir la justificación de algo se expresa muy corriente y propiamente en la pregunta: "¿a qué, tal o cuál?", es decir "¿a qué fin?" o "¿para qué sirve?" -Desde luego, hay razones irreductibles a este sentido ni con un tropo: como decir que la razón de la suma de los ángulos es la utilidad de los ángulos adyacentes ni a la inversa; ya Aristóteles enseña que en la Geometría no hay razones de tal índole.
   La justificación teórica puede ser, por razones puras, de todo, pero, por razones prácticas, sólo de algunas cosas, pues no todas son susceptibles de estas razones: de la suma de los ángulos de un triángulo no puede darse razón práctica, aunque pueda darse razón práctica de la Geometría entera como actividad de la Razón pura. Pero cabe dar razón práctica hasta de la teoría, de la Filosofía: de todo lo real, a diferencia de lo ideal.
   Pero, en cambio, la extensión de la razón utilitaria pudiera ser mucho mayor de lo que quizá parece a primera vista, o que sean razones prácticas muchas que parecerían teóricas, simplemente por dadas por la Razón pura: así en la justificación teológica, no secundariamente del resto de la creación por su utilidad para el hombre, sino primariamente de la creación entera por la gloria de Dios: ¿no es por su servicio a o para ella? Cuando la filosofía vino a negar todo servicio semejante de la naturaleza, redujo ésta a una pura facticidad sin explicación, sin justificación, ni siquiera teórica. Pero aquí se topa con sus complicaciones. Las razones practicas, por ejemplo, las de utilidad, han de parecerle tales a la razón pura, y ello sería un primado de la razón pura, si no fuera que ésta acaba por tener que reconocer su propio límite en la imposibilidad de dar razón de sí misma más que por la razón practica y de que ésta dé de la pura y de sí misma más que una razón -práctica.
   Una razón teórica, como la geométrica del ejemplo, no puede darla más que, o no puede darse más que con, la Razón pura. Una Razón práctica, como la psico-fisiológica del ejemplo la da ante todo la Razón práctica en la práctica misma: el hambre o el apetito hacen comer, prescindiendo de toda razón teórica. Una causa como el hambre o el apetito, de un efecto como el comer, puede llamarse razón práctica, y Razón práctica a la facultad o al conjunto de semejantes razones prácticas.[9] Pero éstas pueden ser conocidas, reconocidas, y dadas por la Razón pura, como se acaba de hacer al poner el ejemplo. De suerte que las razones teóricas no pueden ser dadas más que por la Razón pura, o en el dominio del conocimiento; pero las razones prácticas pueden ser dadas, en este dominio, por la Razón pura, después de ser dadas por la Razón práctica en su propio dominio.[10] Lo que es posible, es que, además de dar la Razón pura razón teórica o práctica de la Razón práctica, ésta la de práctica, porque no puede dar razones teóricas de la Razón pura. Pudiera ser que el hombre tuviese y actuase una Razón pura movido por razones irracionales: irracionales en el sentido de la Razón pura, razones en el de la Razón práctica. Y la Razón pura podría conocer, o reconocer tales razones de ella misma y dar de sí misma razón práctica y hasta necesita dársela, si todo lo humano necesita justificación práctica, o darse una teórica, por ejemplo, ser una potencia don de Dios y actuada por la iluminación de Este. La razón de bien.
   La Filosofía es un intento de justificación teórica o de dar razón teórica de todo, y singularmente de sí misma: teóricamente por una práctica: su aplicación o utilidad ética o eudemonológica, justificada teóricamente por la Antropología: el hombre como juez racional teórico y práctico: cierre del círculo.
   La "justificación" en sentido religioso no es sino un caso especial, aunque de relieve singular, que ilustrará lo indicado, confirmándolo. El hombre religioso se siente menesteroso de justificación ante Dios, en el sentido de sentirse menesteroso de que Este, no lo juzgue digno de salvación, sino, indigno y todo, lo salve. La salvación del Verbo encarnado para ello. La razón de la justificación en este sentido es, por un lado de la dualidad indicada, la pecaminosidad humana, la falta de merecimiento de la salud, de la bienaventuranza, y por el otro lado, la divina justicia, o misericordia, o bondad -o libérrimamente arbitraria e incomprensible voluntad. Los premios y las penas eternas se justifican, por (con) la justicia, ante Dios para el creyente.





    [1] Curso de Antropología, Antropología y Eudemonología. Lección de introducción al segundo semestre del curso. Colegidas de las dadas, con variantes, en años sucesivos (1957).[El título es del editor, porque se encontraba como sinónimo de la expresión "justificación" en la primera línea del ensayo y es, en realidad, el tema central de todo el escrito -para nota del editor].
    [2] La caída de los ángeles se justifica, por su rebeldía, ante Dios, eventualmente para el creyente. La limosna se justifica por la caridad ante el caritativo que la da para el que comprende la acción de éste. El fumar se justifica por el placer ante el fumador para el que comprende a éste aunque él no lo sea. La comprensión supone cierta comunidad. La creación se justifica por la gloria de Dios ante Dios para el hombre. La existencia y la esencia de Dios se justifican ante el hombre. ¿La existencia y la esencia de Dios se justifican ante Dios? El hombre justifica ante sí el Sér que ni puede ni necesita justificarse ante sí.
    [3] Dar y recibir razón. Sentir(se) menesteroso de justificación para sentir(se) o ser justificado. Posibilidad y necesidad: de qué, con qué...: subordinadas a los factores anteriores.
    [4] Aquello de que haya justificación depende de aquel ante quien la haya. No hay justificación de todo ni de todos, sino de unas cosas o unos sujetos ante unos sujetos y de otras cosas u otros sujetos ante otros sujetos: si los acusados tienen que justificarse ante el juez, ni ellos tienen que justificarse ante el tendero, ni los no acusados tienen que justificarse ante el juez.
    [5] Para el hombre: ante Dios, de todo incluso de él. Ante el hombre para sí: de todo incluso de Dios y de sí. Para El con Dios: de todo? menos de sí? Si pura o práctica? para Dios?
    [6] O ¿de su justicia? en la teodicea.
    [7] Los seres "infrahumanos" no son capases de dar ni recibir aquello con lo que justifica. Los seres sobrehumanos quizá sean susceptibles de que ante ellos haya justificaciones por lo que tengan de humanos o de divinos o por lo que deban a los seres humanos. Pero entre el hombre y Dios impone una gran diferencia aquello de que es menester que hay justificación ante ellos. Y si los seres intermedios entre el sumo Sér y los seres humanos necesitan o necesitaron justificación y pueden o pudieron tenerla, quizá sea por lo que tengan de los humanos o a éstos deban.
    [8] Aquello con lo que se justifica es una razón. La justificación es, en este respecto, un dar razón -de algo por algo a alguien. Dar razón en general o dar razón de bien. Equívoco o ambigüedad: la justificación del mal...
    [9] Una razón ¿práctica? puede ser un ser o una acción de él, como Cristo o su pasión y muerte.
    [10] 1) Razón pura dada por la pura: razón de un teorema matemático.
       2) Razón pura dada por práctica: imposible.
       3) Razón práctica dada por pura: la utilidad de la creación, los postulados kantianos! La critica de la razón práctica es en rigor una crítica racional pura de la razón práctica.
       4) Razón práctica dada por práctica: la efectiva utilidad de algo para un hombre. Difícil que sea absolutamente independiente de 3).
   La razón pura puede dar razón pura de sí y de la práctica (en realidad no puede darla de sí pura, sino práctica, y no puede darla ni pura ni práctica de la practica). La razón práctica no puede dar razón pura de nada, pero puede darla práctica de todo, incluso de la pura y de sí.
Razón pura -pura                    -teórica -de todo<de sí
                 }< de la práctica   <práctica de lo humano y                                         sobrehumano
Razón pura -práctica                    -prácticamente lo
                                         humano de lo humano y                                                 sobrehumano
Razón práctica -dada teóricamente.¢
Razón práctica -dada prácticamente< de la pura con sus razones.
   Hay que esforzarse por dar con la razón pura de las razones pura y práctica por esta última.
   Las razones puras, internas a prácticas...
   O las prácticas a las puras?
   La razón pura objetiva la práctica: razón y modificación
                                                            }
   La razón práctica motiva la pura: razón y significación      
                         Razón-objetivación-razón







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