sábado, 29 de septiembre de 2012

Diego y el Ídolo Fabril del Realismo Socialista por Alberto Espinosa

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“El arte no es la armas; el supremo oprobio de este tiempo es haber arrojado la confusión sobre este punto”. Andre Mallraux
Respecto a la estética marxista, que tanto le inquieta al Maestro Mauricio Yen, habría que decir que en su mayor parte fue propaganda, no sólo durante todo el estalinismo, sino también en el cardenismo, arte panfletario, propagandístico y por tanto arte falso. Montoya de la Cruz, aunque se cuece en otro caso, pues le hiso caso a Rivera y se desvió de la bellísima tradición que su padre le había heredado... un arte tradicional, refinado, sublime... corrían otros tiempos sin embargo... Montoya retrato al menos auténticos ideales sociales en los que no me detendré por ahora... Sin embargo, el realismo socialista en arte fue un absoluto fiasco, pero no por ello fue menos vanguardista, y en cierto sentido cuando menos retardó la otra alternativa que despunta en los cuernos de la modernidad: el pitón abstraccionista, que resulta realmente un callejón sin salida... Sin embargo, a favor de Diego Rivera hay que decir cuando menos una cosa: que pintó la obra maestra de este estilo estético, de esa moda pasajera, siendo además de ello su mural más original y sin duda alguna portentoso "El hombre en el cruce de caminos". La pintura merece un comentario detenidísimo, que no tiene cabida en este sitio, pero del que al menos diré lo siguiente: Rivera lo pintó al calor de la ideología en boga en 1933, la ideología socialista marxiana, y discutió por aquel tiempo sobre el sentido de su mural con al menos 20 intelectuales norteamericanos, muchos de ellos de primera fila. El mural es, efectivamente, una maravilla compositiva, a más de las calidades propiamente pictóricos, aunque eclécticas, que Rivera supo sintetizar todas las corrientes vanguardistas plásticas en las que había estado, como el personaje del Churumbel, involucrado. Destacan en la imagen tres figuras de portento y gigantismo: el ídolo de Marx y el ídolo de Nietzsche (un Dionisio griego decapitado) ; en el centro el homo faber, no el obrero precisamente, no el proletario, sino el hombre del poder técnico, que sin embargo sigue siendo un mero operario -y cuyo modelo "ario" fascinó a Diego por ese tiempo en carne y alma, por decirlo así. No0 hubo objeción por la composición del mural, sino por haber insertado la figura de Lenin en él, parangonándolo con Darwin, quien también figura como símbolo de la modernidad triunfante... Sólo hago notar que tras la imagen de Marx desfila un temible ejército de hombres armados y feroces... porque si por algo periclitó el marxismo-leninismo a escala mundial es por haber preferido el odio al amor, por haber incoado en los espíritus la semilla de la aniquilación o cuando menos del dominio, del gobierno del prójimo, en un odio que supera las clases y que hunde sus raíces en la sangre, en la cultura, en toda diferencia por baladí que resulta que divida al hombre de los hombres. Un dato más: el centro operativo de trabajo de Homero Simpson recuerda vivamente al de este arquetipo de la predación y la eficiencia competitiva. Respecto de la obra hay que decir que aún cuando fue destruida, Rivera la repuso inmediatamente después de llegar a México de vuelta, realizada en módulos trasportables, y que se encuentra custodiada en el Palacio de Bellas Artes. 
 
 
 
 

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