“El camino hacia el
infierno esta sembrado de promesas y de buenas intenciones.”
Dicho Popular
I
Si algo caracteriza al egoísmo son
los extremos de la voluntad de vivir de tomarlo todo para si y de sacrificarlo
todo en provecho propio (incluyendo la propia dignidad como persona). Nada tan
temible como el "noscentismo" de las sociedades de egoístas, que los
grupos dominados por sentimientos egoístas a los que solo importa el propio
bienestar y beneficio. Su nota distintiva es la presunción y la vanidad con que
violenta y vehementemente afirman al negar al otro su propia voluntad de vivir,
enajenando incluso su propiedad o su fuerza de trabajo, es decir, cometiendo
una injusticia. El egoísmo y el noscentismo repelen moralmente por infligir en el
otro un dolor espiritual inmediato, desgarrando la propia voluntad en el
remordimiento de conciencia por haber cometido una injusticia. No es
infrecuente que tal desgarramiento engañosamente se mitigue con una
retogradacion compensatoria que cae de bruces en el instinto, en la afirmación
del propio cuerpo tangible mediante la descarga y la satisfacción sexual que se
aferra a otro cuerpo por mero egoísmo una especie de circulo vicioso que atenúa
la sensación abismada de la caída, dándose así el fenómeno contiguo de la
alienación moral, de la personalidad parasitada por las fuerzas inferiores de
las partes bajas o del submundo...!!!
II
La voluntad natural de vivir entraña
el amor por la vida, por toda vida, en la humanidad y en la naturaleza animada.
Amor que el poeta ensancha al dilatar lo animado de dentro a fuera de si mismo
-logrando así y de manera sincera proyectar su vitalidad a las personas,
situaciones y cosas del mundo, incluso a las inanimadas (einfulung), logrando
con ello conectar y participar de los ritmos y vibraciones del cosmos. La
poesía maldita, sin embargo, presa del egoísmo ampuloso y parasitario, en una
palabra del egoísmo injusto, cede empero al espíritu contrario, trasmutando su
arte por la mentira, la cosmética o el formalismo hueco, que desvía la propia
vitalidad en mero provecho o beneficio propio, resultando a fin de cuentas una
apología inmoral del egoísmo, solita en toda clase de chantajes sentimentales y
ruinosas descripciones del gusano o del limo. Arte, pues, de la voluntad de
vida decadente que, ufana o lacrimosa, no puede ocultar su origen crepuscular
en su atmósfera desesperada y mortecina...!!!
III
La voluntad de vivir adelanta un
paso entrando en el egoísmo cuando lejos de amar al prójimo y de respetar la
regla de oro, se afirma violentamente y traspasa sus límites, cometiendo
desmesura (hybis faustica), pidiendo para si más de aquello que le corresponde
legítimamente e incluso más que aquello que le sacia. Tal hinchazón del ánimo,
visible en la voluminosidad del cuerpo, sobre todo del abdomen, comete ya
maldad cuando niega la voluntad del otro, ya lesionando o destruyendo su
cuerpo, ya enajenando, apropiándose o desdeñando su trabajo con innúmeras
promesas incumplidas (el consabido “mañana si te pago”), ejerciendo así alguna
coacción sobre las fuerzas del otro para aprovecharlas en provecho propio...!!!
IV
La doble trampa del egoísmo estriba
en una concepción invertida de la estructura misma de la realidad. La realidad,
básicamente integrada para el hombre por personas, es la constituida por cada
uno de nosotros, donde el cada uno se tiene como primero para sí respecto de su
bienestar y conservación, pero a cada uno de los otros en cuanto referencia de
sus actos, siendo así un mundo individual y social a un tiempo -por lo que el
hombre es no menos simultáneamente un ser tan social como individual. Sin
embargo, el ser humano puede, por temor o egoísmo, aferrarse a su yo,
concibiendo así la realidad como inherente al sujeto, o como mera
representación suya (Schopenhauer). De ello se deriva la idea de que lo humano
se realiza en un solo sujeto (o en un grupo de poder determinado por su
ideología dominante, sea esta el marxismo o la tecnocracia, el partido o la
corte). No. El hombre contemporáneo reconoce en su socialismo insistente que la
relación del hombre con el mundo no es una relación de inherencia del mundo a él,
sino más bien de referencia de el al mundo, y que la humanidad se realiza en la
historia al través de la cultura, donde los valores del espíritu comunican con
los logros distintivos de la humanidad en todos los tiempos, comunicando así el
hombre con los antepasados y conformando de tal suerte la naturaleza misma de
la especie (esencia). La Concepción contraria, al degradaras en instinto por la
ceguera de la mera voluntad de vivir, cae en la segunda trampa del egoísta, que
es la trampa de hacer de su vientre una trampa. En ambos casos la voluntad de
vivir se trasmuta en egoísta y enajenante voluntad de poderío...!!!
V
Nada resulta tan disolvente
socialmente como el egoísmo gregario (culturita) articulado en base a meros
intereses individuales, el cual por alguna vaga convención social a la vez que
se amalgama se enajena en un vacío, en un abismo, en un hoyo en la conciencia.
Su manifestación más inmediata es la de negar singularmente al otro mediante el
desconocimiento de su persona, no solo en cuanto desconoce el otro sus méritos
profesionales, sino sobre todo en un sentido estimativo y practico
-sustituyendo todo eso por el amor al embute o la componenda. El mecanismo
psicológico ejercido sobre la víctima es el mexicanisimo "ninguneo".
Cerrados en actitudes de rechazo e impermeables, el orden gregario dominante se
funda en un ambiguo derecho de ocupación o de territorialidad
(duranguenseidad), sobre cuya arena "la bola" a la vez que vacila en
frivolidades sin cuento ensaya toda laya de estratagemas de lesa humanidad,
prohibiendo de tal suerte el disfrute de los bienes regionales colectivos, en
un regionalismo tan estrecho como falto de miras, para apropiares a si a bajo
costo de una región (física o espiritual o sector de la cultura), de una
institución o de un grupo, el cual se convierte así más bien en un botín de
bandoleros o en una caja chica burocrática. El valor de personalidades,
trayectorias y méritos queda así completamente obliterado, barrido, borrado al
contacto con el tozudo estropajo del roce que hace de alguien fantasma, papel
celofán: ninguno. Actitud solita en aquellos grupos que se embadurnan el
filosófico rostro con un lenguaje socialista a la vez que minan en su raíz
misma lo social. También en esa burocracia abyecta y pedigüeña, oficinistas que
por roer con avidez sus mezquinos huesos se dejan llevar por la inercia del
grupo o de la masa para no hacerse responsables de la propia existencia (acidia),
sustituyendo con ello la vera organización social, y en venganza del caos que
ellos mismos provocan se asilan despreciando, ninguneando a la persona en
beneficio propio en base de la incultura y la ignorancia al aferrarse como el
erizo o la ostra a su roca...!!!
VI
La doble trampa del egoísmo puede
llegar al grado, criminógeno ya, de la tentación del mal, que es el delito. La
invasión de los límites de la voluntad ajena entraña entonces el ejercicio
declarado de la agresión y la violencia al negar al otro con abuso de la
fuerza, buscando el daño y el dolor ajeno por mor del propio placer o provecho
e incluso sin provecho personal alguno sino por mera ojeriza (perversión).
Fenómeno de alienación humana, de inhumanidad pues, cuyo torcido árbol se erige
sobre dos brazos enlazados, pudiendo clasificarse sus negros frutos en los
brotes tumefactos de sus dos tendencias originarias: a) la tendencia de
esclavizar de alguna manera al otro, ya robando su voluntad (tendencia
constitutiva del machismo, que quisiera saciarse en el propio deseo coagulando
con golpes o amenazas el deseo del otro, para que así le sirva; orto ejemplo
extremo seria la violación, ya de la fuente de la vida a nivel personal, ya
violando la legitimidad de donde emana naturalmente el derecho, a nivel social
y cometiendo por lo tanto un fraude, pues no toma en su instancia de
representación el sentido de lo social, sino que lo usurpa en provecho propio),
ya despojando directamente al otro del producto de su trabajo, directamente en
el robo y el saqueo, disimuladamente en la plusvalía e indirectamente en todo
acto de engaño que usufructúe la fuerza de trabajo objetivada del otro en
provecho propio. La segunda tendencia constituye la otra rama del árbol de la
maldad, dando así la tendencia radical y envenenada de dañar directamente al
otro: b) ya suprimiéndolo directamente, mediante el homicidio, ya disminuyendo
o reduciendo mediante lesión corporal, ya restando sus fuerzas mediante una
paga mezquina o nula, ya dañándolo por control social, en el
"malentendido" colectivo o al mermarlo al través del desprecio o
reducción directa psicológica (motivo encubierto del tuteo y de quitarle la
barba al otro), en ambos casos deseando su agotamiento y desaparición final
-por motivos finalmente de odio a su persona (incluso por extensión al concepto
mismo o noción sentimental de la persona, cosa que se disimula académicamente
al utilizar para el análisis filosófico categorías no existenciales). Su
expresión más acabada de ese reduccionismo psicológico y social es el
"ninguno", consistente en hacer pasar a alguien por nadie.
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