jueves, 6 de septiembre de 2012

Egoísmo, Injusticia y Enajenación por Alberto Espinosa



“El camino hacia el infierno esta sembrado de promesas y de buenas intenciones.”
Dicho Popular

I
 Si algo caracteriza al egoísmo son los extremos de la voluntad de vivir de tomarlo todo para si y de sacrificarlo todo en provecho propio (incluyendo la propia dignidad como persona). Nada tan temible como el "noscentismo" de las sociedades de egoístas, que los grupos dominados por sentimientos egoístas a los que solo importa el propio bienestar y beneficio. Su nota distintiva es la presunción y la vanidad con que violenta y vehementemente afirman al negar al otro su propia voluntad de vivir, enajenando incluso su propiedad o su fuerza de trabajo, es decir, cometiendo una injusticia. El egoísmo y el noscentismo repelen moralmente por infligir en el otro un dolor espiritual inmediato, desgarrando la propia voluntad en el remordimiento de conciencia por haber cometido una injusticia. No es infrecuente que tal desgarramiento engañosamente se mitigue con una retogradacion compensatoria que cae de bruces en el instinto, en la afirmación del propio cuerpo tangible mediante la descarga y la satisfacción sexual que se aferra a otro cuerpo por mero egoísmo una especie de circulo vicioso que atenúa la sensación abismada de la caída, dándose así el fenómeno contiguo de la alienación moral, de la personalidad parasitada por las fuerzas inferiores de las partes bajas o del submundo...!!!

II
 La voluntad natural de vivir entraña el amor por la vida, por toda vida, en la humanidad y en la naturaleza animada. Amor que el poeta ensancha al dilatar lo animado de dentro a fuera de si mismo -logrando así y de manera sincera proyectar su vitalidad a las personas, situaciones y cosas del mundo, incluso a las inanimadas (einfulung), logrando con ello conectar y participar de los ritmos y vibraciones del cosmos. La poesía maldita, sin embargo, presa del egoísmo ampuloso y parasitario, en una palabra del egoísmo injusto, cede empero al espíritu contrario, trasmutando su arte por la mentira, la cosmética o el formalismo hueco, que desvía la propia vitalidad en mero provecho o beneficio propio, resultando a fin de cuentas una apología inmoral del egoísmo, solita en toda clase de chantajes sentimentales y ruinosas descripciones del gusano o del limo. Arte, pues, de la voluntad de vida decadente que, ufana o lacrimosa, no puede ocultar su origen crepuscular en su atmósfera desesperada y mortecina...!!!

III
 La voluntad de vivir adelanta un paso entrando en el egoísmo cuando lejos de amar al prójimo y de respetar la regla de oro, se afirma violentamente y traspasa sus límites, cometiendo desmesura (hybis faustica), pidiendo para si más de aquello que le corresponde legítimamente e incluso más que aquello que le sacia. Tal hinchazón del ánimo, visible en la voluminosidad del cuerpo, sobre todo del abdomen, comete ya maldad cuando niega la voluntad del otro, ya lesionando o destruyendo su cuerpo, ya enajenando, apropiándose o desdeñando su trabajo con innúmeras promesas incumplidas (el consabido “mañana si te pago”), ejerciendo así alguna coacción sobre las fuerzas del otro para aprovecharlas en provecho propio...!!!

IV
 La doble trampa del egoísmo estriba en una concepción invertida de la estructura misma de la realidad. La realidad, básicamente integrada para el hombre por personas, es la constituida por cada uno de nosotros, donde el cada uno se tiene como primero para sí respecto de su bienestar y conservación, pero a cada uno de los otros en cuanto referencia de sus actos, siendo así un mundo individual y social a un tiempo -por lo que el hombre es no menos simultáneamente un ser tan social como individual. Sin embargo, el ser humano puede, por temor o egoísmo, aferrarse a su yo, concibiendo así la realidad como inherente al sujeto, o como mera representación suya (Schopenhauer). De ello se deriva la idea de que lo humano se realiza en un solo sujeto (o en un grupo de poder determinado por su ideología dominante, sea esta el marxismo o la tecnocracia, el partido o la corte). No. El hombre contemporáneo reconoce en su socialismo insistente que la relación del hombre con el mundo no es una relación de inherencia del mundo a él, sino más bien de referencia de el al mundo, y que la humanidad se realiza en la historia al través de la cultura, donde los valores del espíritu comunican con los logros distintivos de la humanidad en todos los tiempos, comunicando así el hombre con los antepasados y conformando de tal suerte la naturaleza misma de la especie (esencia). La Concepción contraria, al degradaras en instinto por la ceguera de la mera voluntad de vivir, cae en la segunda trampa del egoísta, que es la trampa de hacer de su vientre una trampa. En ambos casos la voluntad de vivir se trasmuta en egoísta y enajenante voluntad de poderío...!!!

V
 Nada resulta tan disolvente socialmente como el egoísmo gregario (culturita) articulado en base a meros intereses individuales, el cual por alguna vaga convención social a la vez que se amalgama se enajena en un vacío, en un abismo, en un hoyo en la conciencia. Su manifestación más inmediata es la de negar singularmente al otro mediante el desconocimiento de su persona, no solo en cuanto desconoce el otro sus méritos profesionales, sino sobre todo en un sentido estimativo y practico -sustituyendo todo eso por el amor al embute o la componenda. El mecanismo psicológico ejercido sobre la víctima es el mexicanisimo "ninguneo". Cerrados en actitudes de rechazo e impermeables, el orden gregario dominante se funda en un ambiguo derecho de ocupación o de territorialidad (duranguenseidad), sobre cuya arena "la bola" a la vez que vacila en frivolidades sin cuento ensaya toda laya de estratagemas de lesa humanidad, prohibiendo de tal suerte el disfrute de los bienes regionales colectivos, en un regionalismo tan estrecho como falto de miras, para apropiares a si a bajo costo de una región (física o espiritual o sector de la cultura), de una institución o de un grupo, el cual se convierte así más bien en un botín de bandoleros o en una caja chica burocrática. El valor de personalidades, trayectorias y méritos queda así completamente obliterado, barrido, borrado al contacto con el tozudo estropajo del roce que hace de alguien fantasma, papel celofán: ninguno. Actitud solita en aquellos grupos que se embadurnan el filosófico rostro con un lenguaje socialista a la vez que minan en su raíz misma lo social. También en esa burocracia abyecta y pedigüeña, oficinistas que por roer con avidez sus mezquinos huesos se dejan llevar por la inercia del grupo o de la masa para no hacerse responsables de la propia existencia (acidia), sustituyendo con ello la vera organización social, y en venganza del caos que ellos mismos provocan se asilan despreciando, ninguneando a la persona en beneficio propio en base de la incultura y la ignorancia al aferrarse como el erizo o la ostra a su roca...!!!

VI

 La doble trampa del egoísmo puede llegar al grado, criminógeno ya, de la tentación del mal, que es el delito. La invasión de los límites de la voluntad ajena entraña entonces el ejercicio declarado de la agresión y la violencia al negar al otro con abuso de la fuerza, buscando el daño y el dolor ajeno por mor del propio placer o provecho e incluso sin provecho personal alguno sino por mera ojeriza (perversión). Fenómeno de alienación humana, de inhumanidad pues, cuyo torcido árbol se erige sobre dos brazos enlazados, pudiendo clasificarse sus negros frutos en los brotes tumefactos de sus dos tendencias originarias: a) la tendencia de esclavizar de alguna manera al otro, ya robando su voluntad (tendencia constitutiva del machismo, que quisiera saciarse en el propio deseo coagulando con golpes o amenazas el deseo del otro, para que así le sirva; orto ejemplo extremo seria la violación, ya de la fuente de la vida a nivel personal, ya violando la legitimidad de donde emana naturalmente el derecho, a nivel social y cometiendo por lo tanto un fraude, pues no toma en su instancia de representación el sentido de lo social, sino que lo usurpa en provecho propio), ya despojando directamente al otro del producto de su trabajo, directamente en el robo y el saqueo, disimuladamente en la plusvalía e indirectamente en todo acto de engaño que usufructúe la fuerza de trabajo objetivada del otro en provecho propio. La segunda tendencia constituye la otra rama del árbol de la maldad, dando así la tendencia radical y envenenada de dañar directamente al otro: b) ya suprimiéndolo directamente, mediante el homicidio, ya disminuyendo o reduciendo mediante lesión corporal, ya restando sus fuerzas mediante una paga mezquina o nula, ya dañándolo por control social, en el "malentendido" colectivo o al mermarlo al través del desprecio o reducción directa psicológica (motivo encubierto del tuteo y de quitarle la barba al otro), en ambos casos deseando su agotamiento y desaparición final -por motivos finalmente de odio a su persona (incluso por extensión al concepto mismo o noción sentimental de la persona, cosa que se disimula académicamente al utilizar para el análisis filosófico categorías no existenciales). Su expresión más acabada de ese reduccionismo psicológico y social es el "ninguno", consistente en hacer pasar a alguien por nadie.





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