miércoles, 8 de mayo de 2013

Filosofía por Radio IV de José Gaos


3.- Las pruebas cosmológica y climacológica

   Hay una teología que es parte de la filosofía y una teología que no es parte de la filosofía. Para diferenciarlas se llama a la que no es parte de la filosofía teología dogmática y a la que es parte de la filosofía teología natural o racional. Se quiere decir que la teología dogmática toma por principio los dogmas de fe -por ejemplo, de la Iglesia católica- y se dedica a explicarlos, a dar razón de ellos, hasta donde se puede. Es la teología de los teólogos. Y se quiere decir que la teología natural o racional toma por principio lo conocido o conocible por la razón natural del hombre, es decir, por la razón propia de la naturaleza humana, de la esencia del hombre, prescindiendo de toda fe en dogmas. Es la teología de los filósofos -y la única que puede entrar en este curso.
   Esta teología filosófica ha tenido históricamente por incumbencia principal el probar o demostrar la existencia de Dios. Cabe pensar que la existencia de Dios no necesita probarse o demostrarse -pero el hecho de que se hayan hecho históricamente tantos esfuerzos para probarla o demostrarla, parece razón suficiente para probar que se necesita probarla o demostrarla. Y cabe pensar que la existencia de Dios no puede probarse o demostrarse -pero parece fundado pensar que únicamente después de examinar las pruebas o demostraciones de la existencia de Dios, o argumentos para probarla o demostrarla, será fundado concluir que la prueba o la demostración es imposible. Cabe pensar, en fin, que probar o demostrar la existencia de Dios presupone la idea de Dios -que la prueba o la demostración de la existencia de algo, sea lo que sea, presupone tener siquiera idea de aquello cuya existencia se trata de probar o demostrar; o sea, que la primera incumbencia de la teología sería la idea misma de Dios. Pero ¿y si ciertas cosas, hechos, fenómenos, fuesen tales que, sin ninguna idea previa de Dios, moviesen a razonar o raciocinar, a argumentar, en tal forma que la conclusión de los raciocinios o argumentos fuese la idea de Dios?...
   Vamos, pues, a proceder sin más al examen de las pruebas de la existencia de Dios, o de los argumentos para probarla.
   A lo largo de la historia de la filosofía se han formulado muchísimos, pero se reconoce generalmente que la gran mayoría son puras variantes de unos principales, relativamente pocos. Acerca de cuáles sean éstos, de la clasificación, ordenación o sistematización de ellos, de la validez de cada uno, discrepan los filósofos -cómo no. Pero quizá nadie negaría que las pruebas de la existencia de Dios o argumentos para probarla principales históricamente sean las llamadas
   por la contingencia o cosmológica,
   por los grados o climacológica,
   por la finalidad, o teleológica,
   por las ideas o ideológica
   y por la idea misma de Dios u ontológica.
   Estos nombres serán explicados al tratar de cada una.
   El orden en que se han enumerado quedará explicado al acabar de tratar de ellas.
   Procedamos, pues, a formularlas.
   Hay seres que nacen y mueren, como los seres vivos, o que se construyen y destruyen, como los artefactos -y las cosas de la naturaleza inanimada, desde las piedras hasta los astros. Estos seres existen después de nacer o construírse y antes de morir o destruírse; pero antes de nacer o construírse y después de morir o destruírse, no existen.
   Ahora bien, es incomprensible que un ser que no existe empiese a existir -por sí mismo o por sí solo. Comprensible es únicamente que un ser que no existe empiece a existir por causa de otro, preexistente.
   Es concebible una sucesión infinita de seres de los que la existencia de cada uno sea efecto del anterior, o de los que cada uno sea causa de la existencia del siguiente, pero la existencia de tal sucesión infinita de seres es ella misma incomprensible.
   Por todo ello es necesaria esta conclusión: comprensible es únicamente la existencia de una sucesión finita o infinita de seres, sean o no causas y efectos unos de otros, por causa de una serie simultánea y finita de seres de cuya existencia sea causa el primero -o cuya existenia no tenga a su vez causa. Para este ser, cuya existencia no tiene causa, pero que es causa de la existencia de todos los demás, no hay más nombre que le sea propio que el nombre propio Dios.
   Esta prueba se llama cosmológica porque su primera proposición o premisa tiene por objetos los seres, vivos o inanimados, naturales o artificiales, que integran el mundo o cosmos.
   Y se llama por la contingencia, porque se llaman seres contingentes aquellos que no existen antes o después de existir, que son los mismos seres, integrantes del mundo o cosmos.
   Existen propiedades imperfectas o finitas de de seres como la inteligencia, o la bondad, o la belleza, de los seres humanos.
   Ahora bien, es incomprensible que exista nada imperfecto o finito sin que exista lo perfecto o infinito de lo que lo imperfecto o finito es (como) una parte.
   Por lo cual es necesaria esta conclusión: comprensible es únicamente la existencia de propiedades imperfectas o finitas como partes de propiedades perfectas o infinitas de un ser -para el que no hay más nombre propio que el nombre propio Dios.
   Esta prueba se llama climacológica o por los grados, del nombre griego clímax, escala, porque sus proposiciones tienen por objetos las gradas o los grados de la escala de la imperfección y la perfección de las propiedades de los seres integrantes del mundo -y de Dios.
                                                1/8/61



martes, 7 de mayo de 2013

Curso de Antropología Filosófica VI Por Alberto Espinosa



Jorge Luis Borges
A un César

En la noche propicia a los lémures
y a las larvas que hostigan a los muertos
han cuartelado en vano los abiertos
ámbitos de los astros tus augures.
Del toro yugulado en la penumbra
las vísceras en vano han indagado;
en vano el sol de esta mañana alumbra
la espada fiel del pretoriano armado.
En el palacio tu garganta espera temblorosa
el puñal. Ya los confines
del imperio que rigen tus clarines
presienten las plegarias y la hoguera.
De tus montañas el horror sagrado
el tigre de oro y sombra ha profanado

VI.- La Verdadera Antropología Filosófica

6.1.- Si filosofía es teoría y teoría es el desarrollo de una definición, la verdadera antropología filosófica sólo se constituirá plenamente en el desarrollo cabal de:
la filosofía del hombre: el desarrollo cabal de la definición de hombre, y de;
la filosofía de la filosofía: el cabal desarrollo de la definición de filosofía.
6.2.- El hombre es: el animal racional, se ha dicho del hombre y de la razón… y con razón. La filosofía contemporánea recomienda empezar por la dado, tomando esto como un principio evidente más allá del cual no se puede ir; y lo inmediatamente, sin el subterfugio de previa búsqueda o rebúsqueda alguna (la contradicción del dato buscado), es el pensamiento consciente de sí, del filósofo en su situación de partir a donde quiera que quera partir. Si lo dado así es el pensamiento consciente de sí, no queda sin o partir del lenguaje verbal, doblemente articulado, humano, de la razón, de la palabra verbalmente expresa, ya sea con palabra interior. La palabra es, en efecto, lo dado inmediatamente a la conciencia, como pensamiento consciente de ´si justamente –que es lo dado, lo puesto, lo que está ya ahí antes de ponerse o ir a buscar nada, lo indubitable, lo inconcusa, lo irrefragablemente dado. Lo dado en el hombre, inmediatamente, la palabra, la razón en el hombre.
6.3.- Es el hombre el animal provisto de palabra, de razón. ¿Pero, es el hombre el único animal provisto de razón, de palabra? No… y si. No, porque hay otros animales provistos de palabra, pero que no son propiamente racionales, que no son particularmente conscientes de ella, que la usan, cuando la usan, sin razón de ser, inconscientes de ella y de sí mismos – a diferencia del hombre, que por su pensamiento, por su palabra, por su razón, es consciente de ella, de la palabra, y a través de ella de sí mismo.
6.4.-  En efecto: loros, pericos, cuervos dentro del reino de las aves, cuando menos, hablan, pero lo hacen, se debe objetar, de una forma meramente imitativa, mecánica, reproductiva, sin competencia verdadera ni capacidad creadora ni verdadera consciencia –a la manera, digamos de paso, de algunos tipos humanos, en primer sitio las señoras que comadrean en el lavadero los pecados y condenas de otros, que andan hablando, chismorreando, meramente de oído; también el político y actor, que repiten enfáticamente un script determinado, lo que un chícharo dicta en su oreja; por último algunos hombres, poetas, oradores inspirados, que no hablan por ellos, sino que escuchan la “otra voz” . Pero hablar como perico, al menos, no es habar propiamente hablando, valga la redundancia, generalmente por un defecto de la razón, de la conciencia de la palabra y/o de sí mismo –ya sea por exceso de razón, pues hay quien por su boca habla con la voz de los dioses. Los loros, pericos y cuervos que hablan, cuando hablan, no tienen en cambio un característica esencial del lenguaje humana en tanto hablada, en tanto lengua: la competencia, la capacidad de crear con un número finito de palabras un número si no infinito si al menso indeterminado de oraciones, de nuevas expresiones.
6.5.- Dentro de la superfamilia de los antropoides superiores destaca la rama de los lemúridos. Los lémures, oriundos, endémicos de Madagascar, son primates de cola larga, cuadrúmanos de uñas largas, de hábitos nocturnos y ojos reflectantes, que emiten misteriosas vocalizaciones estrepitosas para comunicarse –siendo, por paradójico que parezca, los primates antropoides de menor masa cefálica comparativamente hablando. Se han detectado y grabado más de 400 voces que emiten, cuyo extenso repertorio de vocalizaciones pertenece al lémur de cola amarilla, y que va más allá de las llamadas de atención o de las llamadas de apareamiento. Acaso por ello sus gritos has sido asociado a las “larvae” o lémures de la mitología romana, quien vio en ellos espectros, fantasmas  o espíritus de la muerte.
6.6.- En cuanto a los chimpancés puede decirse que también vocalizan, pero sin el uso de consonantes, no pudiendo por ello propiamente articular palabra alguna.
   Se ha desarrollado por tanto la teoría de que el aparato buco-faríngeo de la fonación humana adquirió la flexibilidad que ahora tiene capaz de producir sonidos tanto vocales como consonantes con la evolución, con el paso de la postura cuadrúpeda a la postura erecta, que deja las manos y los brazos libres; posición vertical, erguida del ser humano, que le permitió también la retracción de las mandíbulas y el paso del hocico animal a la boca humana, pero también del desarrollo del cerebro humano, y el mantenimiento de los dos ojos en un mismo plano, lo que le otorga una visión estereoscópica del entorno, de profundidad.
   Sin embargo, los observadores cercanos de los chimpancés han visto que tales curiosos animales del extenso reino zoológico, al parecer tuvieron en determinado momento un lenguaje, por pruebas de comunicación experimental, pero que por una razón lo perdieron, quedando fragmentos, retazos del lenguaje originario, el cual ya no pueden usar para comunicarse.
6.7.- Por el otro lado, la filosofía no puede ser plena, cabal, si es en parte o totalmente inconsciente de sí misma, de lo que ella por esencia es, o de ser filosofía. Pues de ser ignorante de sí misma corre el peligro de ser sólo equívocamente o vergonzantemente filosofía; de no ser del todo filosofía o de dejar de ser. Capítulo de la miseria de la filosofía que, inconsciente de sí misma, ha llegado en nuestros tiempos a confundirse con otra cosa que no es ella o que ella no es y que así, confundida sobre sí, se piensa mal o mal piensa, revuelta con otra cosa que va contra ella misma –y tal sucede efectivamente cuando se revuelve, cuando se regodea con la ciencia política, especialmente, con el economicismo, o con otra entelequia; cuando por ejemplo se piensa ciencia, como en el caso de la filosofía analítica, como empresa parcial o mera analítica de conceptos aislados del sistema, como un átomo aislado en el sistema del saber científico construido, como la Torre de Babel, entre todos, y muy despacio, muy poco a poco, durante el transcurso de generaciones (para entonces ser sustituida paulatina pero inexorablemente por los procediemientos, por esas herramientas o utensilios o artefactos propiamente dichos de la técnica, de la tecnología, que es el motivo dominante la ciencia moderna de la naturaleza física, de la ciencia pagana, que es una ciencia evidentemente sin Dios… y sin filósofos… los cuales, en verdad, le estorban).
   Así, antes de concluir perentoriamente que la filosofía no sirve para nada, como aquel crítico que empezaba sus análisis literarios con la consigna “Terminemos”, hay que preguntarse por el ser, por la esencia, por la naturaleza de ella. Y lo primero que se ocurre es que la filosofía es ciencia, es teoría, ya se ha dicho, repetido, varias veces, pero que difiere de a ciencia en su constitución misma por su objeto; pues a diferencias de las otras ciencias, la filosofía no tiene por objeto una región de objetos, o un escorzo de ellos, sino… sino… sino a la totalidad del ser –con todo lo existente, con todo lo habido y hasta por haber.
   En ello la filosofía tiene un lazo de parentesco más bien con otras dos disciplinas del espíritu humano: con la religión y con el mito, pues sendas perspectivas de la realidad también tienen como objeto la totalidad de lo que hay, siendo por eso comprensivas tanto del puesto del hombre en el cosmos, como de las variedades y naturaleza de los seres. La filosofía lleva o conlleva ese parentesco, esa familiaridad con el mito y la religión en otro carácter: su gusto por lo maravilloso, por lo grande, por lo extraordinario, por lo universal –pues sin universalidad posible, con pura subjetividad, no hay filosofía que valga.
6.8.- Sea lo que sea la filosofía o lo que resulte ser, pues nada, que empieza por ser teoría que parte de lo dado, del pensamiento consciente de sí verbalmente expreso –por lo que hay que empezar con esto, con la expresión verbal. Pero por una fenomenología, por una descripción de la expresión verbal primero, la cual muestre la estructura, la naturaleza mejor dicho del lenguaje, sobre la cual se de razón de la palabra misma, de la expresión verbal, que es la tarea propia de la teoría. Empero, en la expresión verbal se ha detectado ya un ingrediente de expresión mímica (el tono de voz), por lo que lo mejor será por ella: por la fenomenología, y consiguiente teoría de la expresión mímica.
6.9.- La filosofía de la expresión de la expresión verbal irá conduciendo por sí misma a una fenomenología de la razón, en el sentido de ir pasando revista a los conceptos dominantes del pensamiento humano, y a una consecuente teoría de la razón, de la que naturalmente se derivará una filosofía de la filosofía propiamente hablando, que es la de este curso.
6.10.-  Los conceptos dominantes del pensamiento humano han venido a llamarse las “categorías de la razón”. Especial atención habrán de recibir las categorías nos sólo ontológicas, sino sobre todo axiológicas y existenciales de la razón misma. Estas serían:
Ontológicas: sustancia y modo, esencia, ente, etc.;    
Espistemológicas: fenomenología, teoría, razón de ser, definición, explicación, etc.;
Axiológicas: bello-feo, bueno-malo, útil, inútil;  
Existenciales: sociedad-individuo, existencia-inexistencia, aparición, desaparición, reaparición;
Ontoteológicas y meontológicas: no, nada, todo, infinito.
   Así, el examen completo de las categorías dominantes del pensamiento humano, de las categorías filosóficas fundamentales, demostrará ser una filosofía de la razón, un sistema de la razón, que ha de cerrarse sobre sí misma en examen autocrítico de sí –pues la filosofía es, como el ouróboros de la zoología fantástica, esa imaginaria serpiente que tiene la coca que muerde y la cola que se muerde en cada uno de sus puntos, y que termina en una boca que se muerde muy naturalmente la cola.
6.11.- Si la filosofía ha sido algo a lo largo de su milenaria historia, lo ha sido de los conceptos dominantes del pensamiento humano, de las categorías, que han variado en cuanto a su atención a lo largo de ésta, de la historia, y que serían todos ellos y en conjunto abarcadores de la realidad universal o en su conjunto.
   Así, el resultado que de tal examen obtendremos muy probablemente es que:
La antropología filosófica y la filosofía de la filosofía son los dos cuernos de un problema que al final convergen, siendo la única y verdadera antropología filosófica aquella que dando una explicación del hombre por razón, por la filosofía (el hombre, el animal filósofo), acabe por dar una explicación de la filosofía, de la razón, por el hombre –porque la filosofía no se elije como una chaqueta de un variado ajuar, sino que a cada filósofo, a cada hombre  corresponde una filosofía, pues que clase de filosofía se elige, depende de que clase de hombre se es.  Como corolario de todo ello se desprenderá muy probablemente la siguiente conclusión: que las filosofías no se eligen ni se dejan de elegir por razones, de la razón pura, sino por motivos irracionales del ánimo, que serían razones, impuras, de la razón práctica. Con la que la serpiente acabaría, efectivamente, mordiéndose la renegada cola.




lunes, 6 de mayo de 2013

Marx Ayer...!!! Por Alberto Espinosa




Lo nuevo que hay montado sobre la estructura hegeliana de concebir la historia, es en Marx no sólo el poner el "mundo sobre sus pies”, es decir, su feroz materialismo; sino también la nueva ciencia de su tiempo, de hace siglo y medio: la economía. Es el sistema marxista por ello esencialmente economicismo -del que queda podo o nada en pie, sobre sus augustos pies, pues pocas aportaciones, si alguna, queda en la economía moderna, que le debe más bien a Keynes. Nada fundamental de Marx queda ya en las ciencias sociales, ni en la filosofía, salvo la idea de la enajenación, individual o colectiva, ya vista u en toda su dimensión por  el solitario Kierkegaard, sino más bien apenas un bagazo, una raída bandera, un ídolo: el obrerismo, el culto al homo faber, promovido por el hombre de la técnica y del control social por medio de aparatos, artilugios, herramientas máquinas, y.... y... por los procedimientos, que son también artefactos metidos dentro de lo orgánico institucional, de los burócratas -siendo sobremanera relevantes en este renglón los procedimientos de carácter administrativo. De su ambigua utopía comunista, un vago ideal de sibaritas... una reivindicación del epicureísmo... ese jardín de las delicias.... De su historiografía, de su filosofía de la historia... poco, por no decir nada queda en pie, pues las leyes de la historia, si algo son, no son una metahistoría escondida bajo el absolutista sobrero de copa hegeliano, sino las leyes del desarrollo y evolución del hombre mismo, asunto que ahora más que nada toca resolver a la antropología filosófica, ya constituida como disciplina plenamente independiente, en su capítulo sobre del estudio conciso del los módulos de la vida humana y de las generaciones... De su ética, poco menos que nada quedaría, luego de los gulags, de los campos de exterminio soviéticos, del frustraneo experimento cubano de la caña de azúcar y la prisión perpetua caribeña... Bueno, bueno... se nos apurará… pero… pero…. y... "El Capital"... ??? El poderoso argumento de El Capital, la condena a la explotación, de la usura, de los malos patrones que esquilman y succionan a fuerza de plusvalía del trabajo de los obreros... Ah... eso si... empero... pues nada, que la fuerza de todo esa argumentación es propiamente bíblica; El Capital se encuentra efectivamente saturado de citas bíblicas, judías, cristianas, en contra del robo, de la explotación que impíamente se perpetra contra el campesino, contra el obrero.... pero que habría que dejar impunes, sin juicio definitivo, por ser, a fin de cuentas, los motores de la historia, del progreso, el nuevo ídolo, el nuevo dios... Porque el ídolo de Marx es realmente la historia, la razón histórica, y dentro de ella el desarrollo de las fuerzas productivos, de los factores de producción, esa extraña cosa cambiante y sin embargo una que es la historia económica moderna; que se enajena para luego desenajenarse, como el poseso sumido en la inconsciencia que de pronto cobra conciencia de sí, recordando el ser, recuperando el ser.... como sucede, pues, con el vulgar, común y pio caso del, del… si… del arrepentido... Pero en Marx nada, tan suficiente de sí, tan pelagiano, tan apoyado aunque modesta pero pertinazmente en ese fabricante de textiles, Engels, y por la causa obrera, y tan... tan... tan pícaro en última instancia, tan sibarita, y siempre tan dogmático. Con lo cual en materia ética Marx no hace sino una chapuza, delante de las narices de todo el mundo: usufructuar algo sin haberlo producido –cometiendo robo entonces, plagio, que es la definición misma del trabajo enajenado… porque efectivamente se sirve de la moral bíblica a grandes cucharadas, ya no digamos sin ser Dios, sino siendo abiertamente ateo, ateo confeso, enemigo de la religión. Su argumentación moral resulta entonces enormemente paradójica pues abreva de unas fuentes que inmediatamente se apura en ocultar, cuando no llanamente en desecar. Y entonces una de dos: o se vuelve Marx tanto como el marxismo una entidad abstracta e inmoral, una mera técnica política para conseguir el poder, un procedimiento administrativo más para que corra la nómina; o se vuelve religión, religión de Estado, culto ilimitado a la personalidad, tanto de su fundador como del presidente del partido, llámese Marx, Engels, Lenin, Stalin, Echeverría o Porfirio Muñoz Lerdo, que mientras se embadurnan el rostro con el metafísico vocabulario socialista (para el cual el aumento salarial de la clase obrera transformaría ya no digamos la estructura social sino de la realidad fenoménica y atómica en su núcleo más íntimo), minan por entero los social en sus raíces mismas; es decir, frustráneo intento de hacer la creación del Dios todopoderoso, de un dios claramente inmanente por otra parte, y claramente violento e inmoral y permisivo, en abierta y franca oposición política entonces a la otra religión, a la religión verdadera, que no es política, sino purificación e las almas. O lo entrega todo al César -pero entonces el río de la liberación, como en el Papado actual, vuelve a los mares de Roma ya como mero imperio sobre los mares de gentes, ya como pura liberación redención espiritual, como barca resistiendo en la tormenta del imperio....!!!



viernes, 3 de mayo de 2013

Curso de Antropología Filosófica V Por Alberto Espinosa


5.- Los 5 Grados de la Razón


5.1.- Por su parte la palabra "razón" tiene cinco sentidos fundamentales. En un primer lugar está la razón como designante de la palabra misma, en el sentido de expresión verbal. Se trata de un primer nivel básico u original de gran generalidad que, en realidad no da a la palabra "razón" ninguna caracterización o especialización, dejándola indeterminada -o determinándola exclusivamente como "expresión verbal".

5.2.- Hay, sin embargo, un segundo sentido, más especializado, de la palabra "razón", el cual podría caracterizarse como el primer sentido de la razón adoptado por la Filosofía o el pensamiento filosófico: la razón como designante de lo expresado por la expresión verbal, la razón en el sentido del pensamiento discursivo. (DLF, Lec. I, pag. 5).

5.3.- El Segundo sentido de la Razón: El Pensamiento Discursivo. Por pensamiento discursivo hay que entender aquel que está integrado elemental y últimamente por "conceptos", pero también al pensamiento consciente de sí. Así, la unidad elemental del pensamiento discursivo, o del discurso del pensamiento, es el raciocinio -consciente de sí e integrado elementalmente por conceptos. En este primer sentido lo propio del pensamiento discursivo es la razón conceptual. Sin embargo, puede ser que el pensamiento no se agote, no se reduzca a, pensamiento meramente discursivo o pensamiento conceptual; es decir, que haya también un pensamiento no-discursivo. De hecho, las expresiones verbales de la vida diaria, el lenguaje de todos los días, no muestra reiteradamente la existencia de otro uso lingüístico, de otras expresiones verbales, las del lenguaje figurado, las que probablemente no pueden reducirse a pensamiento discursivo y conceptual: las expresiones figuradas -como "son tus dientes perlas", o "veo con claridad tus razones", etc. 

5.4.- Porque pudiera ser que el tronco de la razón original, de la palabra, tuviera como expresión suya dos fuertes ramas, una de las cuales se destrenzaría, como una enredadera, creciendo por el lado de la razón conceptual, discursiva, consciente de sí -acaso, más que nada, "técnicamente" consciente de sí; mientras que la otra ampliaría su sentido por el lado de una razón no-conceptual, no-discursiva, sino constituida en base a imágenes verbales, o figuras -no por ello menos consciente de sí y acaso más consiente de la vida. El pensamiento racional, conceptual y consciente de sí, no es otro que el pensamiento de la literalidad o pensamiento conceptual.


5.5.- El Tercer, Cuarto y Quinto Nivel de la Racionalidad. El segundo sentido de la palabra razón, como pensamiento conceptual, tendría tres grados más de especialización. El segundo sentido conceptual de la palabra "razón", la razón en el sentido de pensamiento discursivo integrado por conceptos, se eleva o sobrepuja a si mismo cuando se vuelve pensamiento sistemático de esos conceptos mismos, en tal forma que ciertos conceptos resultan los "principales" o "dominantes" de todo el pensamiento, es decir, las "categorías". En un tercer sentido debemos entender por razón sólo al pensamiento categorial. Estas son strictissimo sensu los conceptos de 'existencia' y 'entidad', 'finitud' e 'infinitud' en todas las combinaciones posibles; y de esta combinatoria resultan como categorías "cardinales" las negativas de 'inexistencia' y de 'entidad infinita'. 

El primer sentido eminente de la palabra razón, es el de su sentido filosófico pleno, el de pensamiento categorial, específicamente el de conceptuación categorial positiva -es decir, exceptuando las categorías "cardinales" negativas.

5.6.- El cuarto sentido de la palabra razón es el de la razón en el sentido de conceptuación categorial negativa, en un sentido de mayor eminencia o excelencia, que tiene como conceptos "principales" las categorías "cardinales" de "inexistencia" y "entidad infinita".

5.7.- Por último, el quinto sentido de la palabra "razón", en tanto razón conceptual, sentido superior y definitivo de la razón: el de conceptuación de lo Infinito y, quizá, el de conceptuación infinita ella misma. Esto se debe a que la categoría de 'entidad infinita', en cierto sentido, "prevalece" sobre la de "inexistencia", además de tener como "nota" el "postulado" de "dar razón" entitativa" de toda entidad y existencia, incluso, pues, de las categorías mismas; incluso hasta la categoría misma de 'entidad infinita'."

5.8.- La Fenomenología de la Razón, es decir, la descripción de su esencia, conduce por sí misma a una Teoría de la Razón o Filosofía de la Razón, para lo que resulta indispensable, previamente, una Fenomenología de la Expresión Verbal y una Teoría o Filosofía del Lenguaje, la cual termina por volver sobre la Filosofía en una Filosofía de la Filosofía, cerrando de este modo un círculo hermenéutico o interpretativo del dar razón. 
En efecto, la Teoría de las Categorías conduce a una Teoría o Filosofía de las Categorías, la cual, a su vez, conduce a una Antropología Filosófica, presuntamente "única verdadera", y a una Filosofía de la Historia. La Filosofía del Lenguaje y la Fenomenología de la Expresión Verbal, entraña así una Filosofía completa.





Curso de Antropología Filosófica IV Por Alberto Espinosa



4.- Lo Racional y lo Irracional

4.1.- La filosofía es el intento de fundamentar el ser dando cuenta racional de él. Filosofía es dar razón de ser de los entes. Y razón de ser es razón del ser. La Filosofía, pues, da razón del ser o bien por su esencia, o bien por su existencia. 
El término "razón" ha tenido en la tradición filosófica un uso general más o menos constante y univoco, aunque simultáneamente haya adquirido también las peculiaridades de los sistemas que la han hecho su objeto -la razón crítica de Kant, la razón absoluta de Hegel, la razón histórica del existencialismo, etc. En su sentido más propio la razón es la facultad del pensar discursivo y conceptual. Así, lo racional es lo que es raciocinado, lo ideado, lo concebido en una conceptuación (expresión redundante).

4.2.- Sin embargo, la palabra "razón" en latisimo sensu "designa ante todo la palabra misma, la expresión verbal, como en el refrán "obras son amores y no buenas razones. Un examen de la razón, una Fenomenología de la Razón, un sistema racional que parte de esa primera acepción originaria de la palabra razón -aunque sólo fuera para indicar que hay algo de la palabra que no es conceptuación, que no es razón-conceptual. Como sea, se trata de la definición tradicional del hombre: "animal racional" o "animal provisto de palabra" (zoon logón ejón). 

4.3.- El término logos, sin embargo, implica una ambigüedad: es a la vez razón y palabra. Y, o bien la palabra solo tiene por función estructurar, determinar, poner límites entre los entes, raciocinar conceptualmente, definir, y no hay ambigüedad alguna; o bien la palabra tiene también la función de organizar los entes de otra manera no-conceptual. Porque hay, de hecho, junto al logos o palabra racional de la conceptuación, un logos o palabra no por no conceptual menos racional -como, de hecho, indican los usos cotidianos del lenguaje, los cuales pueden groso modo dividirse en lenguaje literal y lenguaje figurado.

4.4.- Por otro lado, el sujeto empírico de la razón, el hombre, el "animal racional", tiene como naturaleza o constitución una doble razón o racionalidad: pura (o teórica) y práctica -cuando menos. El concepto de "naturaleza humana" es, sin embargo, radicalmente problemático, cosa que trataré más adelante -señalando, por ahora, exclusivamente dos de las oposiciones inclusivas que conforman el "concepto" de naturaleza humana: natural-sobrenatural, esencia-existencia.

4.5.- Otra manera de entender lo racional es oponiéndolo a lo irracional, a la manera de una exclusión. Veamos en la Lógica de Hegel los conceptos de lo irracional de la tradición filosófica, disolviendo así la ambigüedad del concepto de irracional. Si lo racional es la facultad del pensar conceptual y discursivo, lo irracional puede entenderse negativamente como lo no concebido o conceptuado, no raciocinado ni ideado, como lo anterior a una conceptuación, raciocinación o ideación de ello. Esta caracterización negativa nos orienta hacia dos primeras vertientes de irracionalidad: una, de distinción de orden ontológico relativamente a la razón, y otra, de inhaprensibilidad gnoseológica, mayor o menor, por la razón. (Ver: J.G. "Seminario sobre la Lógica de Hegel", Dianoia, # 4, 1958, pág. 206).
El orden del ser y el orden del conocer tendrían, así, un límite para la razón: los entes ontológicamente no racionalizables por la razón, y los entes no aprensibles epistémica u gnoseológicamente por la razón -dos caras, al fin, de una misma moneda. Dentro de estas dos vertientes de irracionalidad correrían las "aguas" de lo irracional, divididas por la tradición en cuatro grupos: lo antirracional, lo infrarracional, lo irracional y lo suprarracional. 
4.6.- Lo antirracional: es lo que en el orden mismo de la razón es contrario a lo racional en el sentido estrictisimo de lo verdadero formal o materialmente: lo contradictorio o antinómico, lo paralogístico y sofístico, lo falso, lo erroneo. (op. cit. pag. 205). Como se ve, lo antirracional implica lo antinómico, concepto esencial para la Teoría de la Razón. 
4.7.- Por su parte lo infrarracional: es lo perteneciente a órdenes distintos de la razón dentro del gran orden de lo empírico que se conciben como de nivel o rango inferior al de la razón. Esto es, ante todo, lo sensible, en el sentido de lo sensorial y en el de lo sentimental o afectivo, y lo activo impulsivo, instintivo..., en lo humano y en lo infrahumano, y, en lo humano, en lo individual y en lo colectivo, social e histórico; en suma, lo infrarracional animado. Y por una ampliación del sentido de esto habría, además, lo infrarracional inanimado. Por ejemplo, en el caso del ser humano, se trataría de las emociones subyacentes no voluntarias, pero significadas mímicamente, de cada expresión verbal, de las intenciones emocionales inconscientes.
4.8.- Lo irracional, justamente, sería: lo perteneciente a órdenes distintos del de la razón, pero que se conciben como de nivel o rango igual a éste, como lo volitivo. El irracionalismo consideraría que sobre todo el orden de lo irracional indicado es superior a la razón. Por ejemplo, Kierkegaard, Schopenhauer, Nietzsche, etc. Esto es, el campo de las emociones e intenciones conscientes que pertenecen al dominio de lo voluntario y pueden, por tanto, ser recuperados en la esfera de la conciencia.

4.9.- Por último, lo suprarracional: es lo no aprehensible por la razón por pertenecer a un orden metaempírico en el sentido más lato o metafísico en el sentido más estricto, como el infinito. La metafísica es la ciencia del más allá. El más allá es lo que no es ni perceptible por medio de los sentidos, incluso sirviéndose de instrumentos o aparatos, ni aquello de que tiene conciencia cada ser dotado de ella, ni los pensamientos de los seres humanos: lo inexistente y lo infinito.

4.10.- Por otra parte, si lo racional se opone a lo irracional excluyéndolo, en cambio se opone a la descripción fenomenológica incluyéndola. La descripción fenomenológica se sumerge de lleno en el segundo nivel de racionalidad. La descripción de un objeto no da razón de su ser, no demuestra el fundamento del ser, sino que simplemente lo muestra. Y lo muestra "racionalmente", como pensamiento discursivo integrado por conceptos. Lo muestra hablando del objeto bajo la especie de la descripción, incluso definiéndolo, al definir los conceptos de que se sirve para describirlo, en su fenomenicidad -pero sin hacer la teoría de esa descripción, de esa fenomenicidad, es decir, sin explicarlo. Empero, como lenguaje integrado básicamente por conceptos tiene como sentido un pensamiento o razón que se mueve por definiciones; es decir, se trata de un pensamiento literal esencialmente analítico. Toda esta riquísima esfera, o esferas, de la vida no pertenecen de hecho al "territorio" o "dominio" de la razón.



Curso de Antropología Filosófica III Por Alberto Espinosa




3.- La Antropología Filosófica

3.1.- La Filosofía inicia dando una definición de sí misma. 

3.2.- Filosofía es ciencia, es teoría, es dar razón de los entes -pero de todos los entes, siendo su objeto la totalidad. 

3.3.- La ciencia, la teoría, es el desarrollo cabal de una definición.

3.4.- La definición en forma, la forma propia de la definición, se hace por el género próximo y la diferencia específica. Definible en sentido estricto es sólo aquello que pertenece a un mundo de cosas individuales cuya realidad forma parte de otra realidad que la abarca y que está dotada de una estructura o que posee una constitución específico-genérica, que es todo aquello que tiene una esencia. La definición se postula así como la forma de saber por excelencia si se consideran todas las cosas como definibles, si se da por supuesto que todas as realidades son esenciales, que la realidad toda está constituida es esencial, que la realidad universal tiene una estructura específico-genérica, que la naturaleza y el mundo están ordenados por géneros y especies.

3.5.- La Filosofía del Hombre es el desarrollo cabal de la definición de hombre. El hombre es el animal racional. La racionalidad sería lo que diferencia al hombre de los animales irracionales. La definición dice qué o cual es la esencia de una especie. Los hombres son los individuos de la especie humana, del animal racional. Del género animal se derivan las especies: animal irracional y animal racional. La esencia de la especie humana estaría integrada por la animalidad y por la racionalidad. La definición se hace por el género próximo (la esencia del género animal es la animalidad) y la diferencia específica (la racionalidad diferencia a la especie humana en el género animal de la especie de los animales irracionales), siendo el género próximo lo propiamente definiente, deslindante, especificante o lo especifico y propiamente esencial -siendo la racionalidad en el hombre la esencia de éste.

3.6.- La Filosofía del Hombre es el desarrollo de la definición de la esencia del hombre, de su racionalidad. El desarrollo cabal de la definición del hombre, de la teoría del hombre, es a su vez en esencia el desarrollo de la definición de la razón, es la teoría de la razón. 

3.7.- La Filosofía de la Filosofía es el desarrollo de la definición de la Filosofía. La Filosofía es la ciencia que a diferencia de las demás ciencias, de objetos restringidos, tiene como objeto propio a todos los objetos, incluyendo, y principalmente, al sujeto filosofante, del cual no puede hacer en modo alguno abstracción por ser, justamente, ciencia o teoría o visión de la totalidad -siendo así la Filosofía un género literario-científico peculiarísimo, a medias un dar razón del mundo, de la totalidad de lo existente, de todo lo habido y por haber, mediante componentes científicos; a medias una confesión personal de su autor, para lo cual se sirve de ingredientes artísticos, estéticos. 

3.8.- La Antropología Filosófica cabal y propiamente dicha implica el desarrollo convergente de ambas definiciones: del hombre y de la Filosofía, dando como resultado razón o explicación de hombre por la razón, por la Filosofía (el hombre, el animal filósofo), y dando explicación razón, de la Filosofía por el hombre -pues dependiendo del hombre que se es la Filosofía que se elige, aunque las Filosofías no se eligen ni se dejan de elegir sino por motivos irracionales, no por razones puras, de la pura razón, sino por razones de la razón práctica, que son razones impuras, humanas, pues, y demasiado humanas, o por la constitución moral del hombre.








jueves, 2 de mayo de 2013

Filosofía por Radio IV de José Gaos


3.- Las pruebas cosmológica y climacológica

   Hay una teología que es parte de la filosofía y una teología que no es parte de la filosofía. Para diferenciarlas se llama a la que no es parte de la filosofía teología dogmática y a la que es parte de la filosofía teología natural o racional. Se quiere decir que la teología dogmática toma por principio los dogmas de fe -por ejemplo, de la Iglesia católica- y se dedica a explicarlos, a dar razón de ellos, hasta donde se puede. Es la teología de los teólogos. Y se quiere decir que la teología natural o racional toma por principio lo conocido o conocible por la razón natural del hombre, es decir, por la razón propia de la naturaleza humana, de la esencia del hombre, prescindiendo de toda fe en dogmas. Es la teología de los filósofos -y la única que puede entrar en este curso.
   Esta teología filosófica ha tenido históricamente por incumbencia principal el probar o demostrar la existencia de Dios. Cabe pensar que la existencia de Dios no necesita probarse o demostrarse -pero el hecho de que se hayan hecho históricamente tantos esfuerzos para probarla o demostrarla, parece razón suficiente para probar que se necesita probarla o demostrarla. Y cabe pensar que la existencia de Dios no puede probarse o demostrarse -pero parece fundado pensar que únicamente después de examinar las pruebas o demostraciones de la existencia de Dios, o argumentos para probarla o demostrarla, será fundado concluir que la prueba o la demostración es imposible. Cabe pensar, en fin, que probar o demostrar la existencia de Dios presupone la idea de Dios -que la prueba o la demostración de la existencia de algo, sea lo que sea, presupone tener siquiera idea de aquello cuya existencia se trata de probar o demostrar; o sea, que la primera incumbencia de la teología sería la idea misma de Dios. Pero ¿y si ciertas cosas, hechos, fenómenos, fuesen tales que, sin ninguna idea previa de Dios, moviesen a razonar o raciocinar, a argumentar, en tal forma que la conclusión de los raciocinios o argumentos fuese la idea de Dios?...
   Vamos, pues, a proceder sin más al examen de las pruebas de la existencia de Dios, o de los argumentos para probarla.
   A lo largo de la historia de la filosofía se han formulado muchísimos, pero se reconoce generalmente que la gran mayoría son puras variantes de unos principales, relativamente pocos. Acerca de cuáles sean éstos, de la clasificación, ordenación o sistematización de ellos, de la validez de cada uno, discrepan los filósofos -cómo no. Pero quizá nadie negaría que las pruebas de la existencia de Dios o argumentos para probarla principales históricamente sean las llamadas
   por la contingencia o cosmológica,
   por los grados o climacológica,
   por la finalidad, o teleológica,
   por las ideas o ideológica
   y por la idea misma de Dios u ontológica.
   Estos nombres serán explicados al tratar de cada una.
   El orden en que se han enumerado quedará explicado al acabar de tratar de ellas.
   Procedamos, pues, a formularlas.
   Hay seres que nacen y mueren, como los seres vivos, o que se construyen y destruyen, como los artefactos -y las cosas de la naturaleza inanimada, desde las piedras hasta los astros. Estos seres existen después de nacer o construirse y antes de morir o destruirse; pero antes de nacer o construirse y después de morir o destruirse, no existen.
   Ahora bien, es incomprensible que un ser que no existe empiece a existir -por sí mismo o por sí solo. Comprensible es únicamente que un ser que no existe empiece a existir por causa de otro, preexistente.
   Es concebible una sucesión infinita de seres de los que la existencia de cada uno sea efecto del anterior, o de los que cada uno sea causa de la existencia del siguiente, pero la existencia de tal sucesión infinita de seres es ella misma incomprensible.
   Por todo ello es necesaria esta conclusión: comprensible es únicamente la existencia de una sucesión finita o infinita de seres, sean o no causas y efectos unos de otros, por causa de una serie simultánea y finita de seres de cuya existencia sea causa el primero -o cuya existencia no tenga a su vez causa. Para este ser, cuya existencia no tiene causa, pero que es causa de la existencia de todos los demás, no hay más nombre que le sea propio que el nombre propio Dios.
   Esta prueba se llama cosmológica porque su primera proposición o premisa tiene por objetos los seres, vivos o inanimados, naturales o artificiales, que integran el mundo o cosmos.
   Y se llama por la contingencia, porque se llaman seres contingentes aquellos que no existen antes o después de existir, que son los mismos seres, integrantes del mundo o cosmos.
   Existen propiedades imperfectas o finitas de de seres como la inteligencia, o la bondad, o la belleza, de los seres humanos.
   Ahora bien, es incomprensible que exista nada imperfecto o finito sin que exista lo perfecto o infinito de lo que lo imperfecto o finito es (como) una parte.
   Por lo cual es necesaria esta conclusión: comprensible es únicamente la existencia de propiedades imperfectas o finitas como partes de propiedades perfectas o infinitas de un ser -para el que no hay más nombre propio que el nombre propio Dios.
   Esta prueba se llama climacológica o por los grados, del nombre griego clímax, escala, porque sus proposiciones tienen por objetos las gradas o los grados de la escala de la imperfección y la perfección de las propiedades de los seres integrantes del mundo -y de Dios.
                                                1/8/61







miércoles, 1 de mayo de 2013

El Chanate, el Camaleón y la Carpa: el Grabado Mexicano Moderno Por Alberto Espinosa



I
   El grabado humilde encuentra su grandeza en ser claramente a la vez arte técnico y artesanía, mostrándonos así las dos caras opuestas y complementarias del trabajo, porque si por un lado es producción, operación que transforma la materia de nuestra herencia natural  en bienes económicos despegados de su raíz natal (lo que permite no sólo crear nuevos circuitos, propiamente económicos, sino incuso cerrarse sobre si misma para erigir el orden de la explotación y la injusticia social); por el otro es claramente hechura: lucha amorosa con la materia grave, contacto corporal y manual con las cosas y las  sustancias del mundo y su dúctil o escarpada resistencia. Es por ello que el arte del grabado nos pone de frente a ese oscuro y nebuloso amor de la carne que al intelecto no le es dado conocer; labor de oficio y de cocina y a la vez laboratorio de las formas que se vacían y espejean en otras formas – tarea de purificación por medio de una escala de procesos en donde las sombras de lo superfluo y sus velos se diluyen para que aparezcan las condiciones de la nueva vida: el sentido germinal y vivo que nos alienta con sus señales de claridad o con su luz a seguir por la subida en que consiste el camino.
II
   Las obras de Ramón Eguira Ramón realizadas al aguafuerte (“El Chanate”, “Corona”, “Mundo Interior”) destacan en este renglón, añadiendo a su búsqueda de un renovado simbolismo el gusto por la tipografía y por la cita culta, también por la ornamentación cuyo sentido de frugalidad apunta a la pureza de las formas y a la claridad de las imágenes. Imaginación ceñida a los contenidos y controlada por los sentimientos temperados que por ello ni se desborda en el subjetivismo de la fantasía ni se desparrama en los vértigos del sensualismo.
   Así, el chanate o quiscal mexicano (frecuente desde E.U. hasta Perú) aparece en lo que tiene de graciosa dignidad –pues sus instintos de nidificación y verdaderos ritos de apareamiento (el macho salta y baila frente a la hembra), así como su canto fuerte y estridente, nos hablan de un bello capítulo ejemplar de la naturaleza. Ave que al igual que el cuervo esta relacionada con la clarividencia, ave de Apolo y mensajera de los dioses, el chanate es también un símbolo del amor y gratitud filial (las crías al llegar a la edad adulta alimentan a los padres) y por extensión un emblema de la organización del mundo, que a la vez que previene a los hombres de los peligros que los amenazan (conjurando la mala suerte).organiza el mundo, difunde la civilización y la cultura. Asociado al viento y al relámpago, el perspicaz chanate se encuentra así al principio de la creación como una estampa del espíritu y de la memoria –siendo a la vez una imagen de la soledad, del aislamiento voluntario del ser alado que decide vivir en un plano supramundano.-pero también de la esperanza, pues el “cras, cras” de su canto puede ser oído significando: “mañana, mañana”, “si no hoy será mañana”.
   Las obras de Ramón Eguira Ramón realizadas al aguafuerte (“El Chanate”, “Corona”, “Mundo Interior”) destacan en este renglón, añadiendo a su búsqueda de un renovado simbolismo el gusto por la tipografía y por la cita culta, también por la ornamentación cuyo sentido de frugalidad apunta a la pureza de las formas y a la claridad de las imágenes. Imaginación ceñida a los contenidos y controlada por los sentimientos temperados que por ello ni se desborda en el subjetivismo de la fantasía ni se desparrama en los vértigos del sensualismo. Así, el chanate o quiscal mexicano (frecuente desde E.U. hasta Perú) aparece en lo que tiene de graciosa dignidad –pues sus instintos de nidificación y verdaderos ritos de apareamiento (el macho salta y baila frente a la hembra), así como su canto fuerte y estridente, nos hablan de un bello capítulo ejemplar de la naturaleza. Ave que al igual que el cuervo esta relacionada con la clarividencia, ave de Apolo y mensajera de los dioses, el chanate es también un símbolo del amor y gratitud filial (las crías al llegar a la edad adulta alimentan a los padres) y por extensión un emblema de la organización del mundo, que a la vez que previene a los hombres de los peligros que los amenazan (conjurando la mala suerte).organiza el mundo, difunde la civilización y la cultura. Asociado al viento y al relámpago, el perspicaz chanate se encuentra así al principio de la creación como una estampa del espíritu y de la memoria –siendo a la vez una imagen de la soledad, del aislamiento voluntario del ser alado que decide vivir en un plano supramundano.-pero también de la esperanza, pues el “cras, cras” de su canto puede ser oído significando: “mañana, mañana”, “si no hoy será mañana”.





III
   Por su parte Antonio Ruiz Ibarra, siguiendo la escuela mexicanista, presenta una magnifica imagen de “El Camaleón” tallada en linoleum e impresa en papel de amate, motivando con ello el resonar en la leyenda de la antigua canción del cuento relatado otra vez por la Naturaleza. En esta ocasión se trata del la narración de la secreta alianza entre el camaleón y la libélula que intercambian señales milenarias sobre un fondo ornamental urdido por la tela de la araña, Diseño de reminiscencias huicholes donde leerse la necesidad teórica del hombre de integrarse en el Cosmos que le rodea mediante una profunda solidarisación frente a la naturaleza.
   Así, sobre un fondo de ornamentación floral urdido sobre el trasfondo de la tela de araña, aparece el camaleón que clava uno de sus ojos rotatorios sobre la ligera libélula para indicar con ello una especie de secreta complicidad en base a la cual intercambian señales milenarias. Imagen, pues, que nos recuerda que el camaleón, demiurgo del trueno, del relámpago y de la lluvia y que comunica al sol con los hombres al poseer todos los colores del arco iris, es un símbolo poderoso de la fecundidad de la tierra.  Imagen que nos recuerda que el camaleón, demiurgo del trueno, del relámpago y de la lluvia y que comunica al sol con los hombres al poseer todos los colores del arco iris, es un símbolo poderoso de la fecundidad de la tierra, pues el animal extraño del exuberante jardín es, junto con el escarabajo egipcio, uno de los primeros seres vivos de andadura perezosa.
   La obra de Antonio Ruiz Ibarra tiene un elemento dinámico que lo convierte en una especie de cuento o narración, casi en una fábula en donde podemos contemplar los resortes y mecanismos del inconsciente humano y la solidaridad simbólica frente a la naturaleza. Porque el camaleón, por su manera perezosa de andar, emparienta con la indolencia, y al cambiar de color a voluntad enseña en su aspecto diurno a adaptarse a toda circunstancia y a adoptar las costumbres ajenas; sin embargo, de noche adopta los atributos contrarios: los de la hipocresía y de los intereses sórdidos e inconfesables –resultando por ello falto de personalidad y originalidad, asimilable a un cortesano espiando en el vestíbulo de los poderosos. Su lengua viscosa, signo de su avidez cuidadosamente disimulada, indica el verbo persuasivo de quienes engañan con palabras melosas, advirtiendo sobre sus malas intenciones.
   La imagen añade empero la complicidad con la ligera y elegante libélula (llamada también  espía-demos, caballito del diablo e incluso señorita) cuya rapidez en el vuelo habla de una liberación traposa, equivalente a una evasión –estableciendo con sus ojos facetados en treinta mil retículas y con su pata debajo de la boca para coger a sus presas un singular paralelismo y afinidad con el exorbitado camaleón. Imagen que nos recuerda también una antigua tradición, según la cual el primer hombre, de nombre Uculcunculú, oyó decir que en el jardín se le ordenó al camaleón decirles a los hombres que no mueren, pero que estando enfadado se retrasó intencionalmente, mientras tanto el lagarto se adelantó y llegó primero, diciéndolos a los hombres que mueren, todo ello debido a la pereza y oscilación del camaleón. Cambiante como los siete días de la semana el camaleón se caracteriza por tener también siete propiedades.
   El camaleón exhibe una compleja bipolaridad: por un lado debido a tener los colores del arco iris comunica con el sol, pero también con el relámpago, la lluvia siendo símbolo de fertilidad. Por otro lado su manera perezosa de andar lo emparienta con la indolencia. El camaleón, en efecto, cambia de color a voluntad, enseñando con ello en su aspecto diurno a adaptarse a toda circunstancia y a adoptar las costumbres ajenas; sin embargo, de noche adopta los atributos contrarios: los de la hipocresía y de los intereses sórdidos e inconfesables –resultando por ello falto de personalidad y originalidad, asimilable a un cortesano espiando en el vestíbulo de los poderosos. Su lengua viscosa, signo de su avidez cuidadosamente disimulada, indica el verbo persuasivo de quienes engañan con palabras melosas, advirtiendo sobre su capacidad de mentir, de sorprender o emboscar.
   Ser precavido exento de aventura o de generosidad, el paso lerdo del camaleón combina con los ojos que mueve en todos sentidos dentro de la órbita, recogiendo todas las informaciones como observador desconfiado y disimulado. Su lomo arqueado en una cresta pronunciada nos habla de un ser tan precavido cuanto fatuo y vanidoso; su cuerpo comprimido de su susceptibilidad y su cola prensil de un ser traposo que hipócritamente o por detrás se apodera de los bienes ajenos –combinando todo ello en un ser extraño, en cuyo orden ético se combinan tanto poderes como fracasos. Animal extraño del exuberante jardín que, junto con el escarabajo egipcio, es uno de los primeros seres vivos de andadura perezosa que lo alía analógicamente con el hábito de la indolencia.
   La imagen añade empero la complicidad con la ligera y elegante libélula (llamada también  espía-demos, caballito del diablo e incluso señorita) cuya rapidez en el vuelo habla de una liberación traposa, equivalente a una evasión –estableciendo con sus ojos facetados en treinta mil retículas y con su pata debajo de la boca para coger a sus presas un singular paralelismo y afinidad con el exorbitado camaleón. Imagen que nos recuerda también una antigua tradición, según la cual el primer hombre, de nombre Uculcunculú, oyó decir que en el jardín se le ordenó al camaleón decirles a los hombres que no mueren, pero que estando enfadado se retrasó intencionalmente, mientras tanto el lagarto se adelantó y llegó primero, diciéndolos a los hombres que mueren, todo ello debido a la pereza y oscilación del camaleón.





IV
   La magnífica xilografía impresa en color titulada “Folklore mental” de Gracia Doré Lévano Rodríguez  nos presenta una imagen que siendo consciente de ser una obra artesanal se presenta es a la vez como una vía de sabiduría. Arte humilde que es sin embargo simultáneamente una meditación sobre los elementos y los segundos planos de la realidad, apuntando claramente al sentido de lo sagrado o “divino” en el mundo y a la sobresignificación de la vida. Un arte libre, es verdad, que no se petrifica en si mismo y  que conjuntamente es vía de sabiduría sin estar encadenado por dogmas y que por ello precisamente puede flotar ingrávido en una especie de tercera dimensión.
   Así, la mano del primer plano más que señalar ordinariamente el cristal traslúcido del agua con el dedo índice, hace más bien un ademán de arrobo, en cuya de ingravidez y vuelo hay una especie de comunión con las dos carpas aladas que flotan entre los velos de las algas como si de un aire cristalizado se tratara. La mano pareciera así simbolizar la tierra de la atención, mientras que las carpas aparecen como representaciones simbólicas de los elementos primordiales, de los principios Yin –Yang, que a la vez son el agua de vitalidad y el fuego del espíritu.
   Desciframiento simbólico también de las figuras, que ve en la carpa un animal de buen augurio por ser montura y mensajero de los inmortales y un emblema de la longevidad, de la fecundidad espiritual y la fertilidad material no menos que de la superioridad intelectual. Porque la carpa por su coraje y perseverancia logra remontar las corrientes río arriba, siendo por ello también una estampa de la audacia y del vigor de la juventud, y al saberse moverse entre las algas acuáticas emblema de la discreción.
  Imagen que da la sensación de una ligereza alada, pues, de vuelo e ingravidez, en cuya  gracia se perfila la idea de arte sonriente y caluroso donde se reencuentra una alegría primordial anterior al lujo de la riqueza o a la tristeza de la marginación. Arte que busca la gracia, es verdad, y que por ello encuentra la belleza encarnada en la frugalidad, la elegancia simple de la naturaleza y en el “soplo” del espíritu. Belleza que es también la de la dulzura femenina, en la que no hay sensualidad pero si desnudez, presencia fresca, viva y modesta, limpia y luminosa que patentemente se encuentra cerca de la idea de un Dios de amor y personal. Así, dentro de un estilo japonesista y en cierto modo vangoghiano, la disciplina estética cultivada por la grabadora pareciera hace de la belleza y la humildad artesanal una norma de vida.
V
   El arte del grabado, oriundo de antiguas tradiciones y viejos legados del simbolismo universal, heredera por vía directa de sabios herreros y magos alquimistas, al renovarse al través de la enseñanza y la experimentación contemporánea, al herir con renovados bríos la plancha de metal o abrir el surco en la dura carne de la madera, ha ido descubriendo al través de la práctica del oficio antiguas técnicas largamente olvidadas y, con ello, el tono anímico y los signos más caros de toda una tradición de reflexión simbólica, amalgamando así al oro escondido en el cobre o que corre por las vetas de la caoba el mercurio filosófico fecundante de la vida, haciendo con ello despertar de su reposo somnoliento a la semilla para abrirse al desarrollo de la vida y de la floración, para multiplicarse en la tierra húmeda que la acoge para dar, como los panes pródigos, por una sola semilla más de un ciento de cosecha. Despertar, en efecto, del arcaico letargo de la materia grave, sumida en la herrumbre anquilosada, que mediante las herramientas de finas gubias y afilados buriles logra rescatar una verdad escondida hace cien o hace mil años.