Antropología, Cultura y Método Historiográfico
Uno.- Ningún sistema
filosófico es extraño al tiempo –porque aún lo eterno tiene siempre y todo el
tiempo historia.
Uno bis.- Aún la verdad absoluta, la verdad teológica,
piedra no erosionada e inmune al diente roedor del tiempo, oro que no se
degrada ni sufre los efectos de la oxidación, esta sujeto al tiempo, a un tiempo
sin fin y sin comienzo, por tanto susceptible a encarnación o a la
manifestación temporal del espíritu absoluto –ejemplo supremo, la Teodicea; ejemplos
menores, la obras de are clásicas.
Dos.- Todos los
productos humanos, especialmente sus manifestaciones culturales, juegan sus
relaciones entre contenidos marcados por
el tiempo y lugar de su realización y son juzgados siempre desde otra posición
con ellos histórica y social, pero sobre todo personal, en términos de mayor o
menor distancia a ellos, de adhesión o rechazo a ellos.
Tres.- La comprensión histórica de los productos
culturales debe partir de:
a.- Una Idea del Hombre, a partir de la cual:
b.- Seguir y situar históricamente lo que se quiere
comprender;
c.- Estudiándolo no sólo en sí, sino en sus relaciones
inmediatas con lo anterior;
d.- Prosiguiendo con el estudio de su evolución interna y
propia;
e.- En una comprensión por necesidad de su objeto cíclica o
en espirales en torno a o sobre las cosas pasadas;
Todo ello en razón de
la estructura misma de la realidad humana, que es ella misma concreta; es
decir, circular en cierto sentido –las revoluciones de cronos, las horas, los
días y los años, insertadas en la superposición o imbricación de las
generaciones.
Cuatro .- No sólo
respecto del pasado, también de las cosas futuras hay la posibilidad también de
una compresión histórica. Tales casos, incoados por el presentimiento, serían
los de la expectativa y la previsión, mayúsculamente los de la profecía y la
presciencia, culminantes en la teología propiamente dicha.
Cinco.- Cada afirmación o proposición de un autor debe ser
entendida y explicada en función de la obra entera del pensador, pero también de la realidad
histórica circundante.
Seis.- Comprender los productos humanos requiere situarlos
en la historia, en su tiempo, mirados desde la atura del tiempo presente con un
sentido histórico para las cosas de la cultura; por un lado, restableciendo el
orden de su producción histórica, por otro lado contrastando tal producción con
los productos y manifestaciones culturales de su tiempo, donde deben entrar
consideraciones como los del genio nacional.
Siete.- La crítica de las obras del pasado es histórica o
realizada por medio de la comprensión histórica, la cual consiste en entrar en
una relación personal, consciente y reflexiva, pero también afectiva y
práctica, o de compenetración con las cosas o de distanciación y repulsión a
éstas, fundada en la relación histórica
de nuestra posición social, personal e histórica con ellas. Crítica, pues, en el sentido de juicio y de
buen juicio, de conciencia y de reflexión sobre la verdad o falsedad de algo.
Ocho.- Para criticar
algo desde el punto de vista de su valor humano, ha de ser primero comprendido
en su producción histórica y en su propio sentido, para lo cual es
imprescindible situar aquello que se critica; esto es, hay que seguir
históricamente aquello que se quiere comprender, tanto en el estudio de sus
orígenes como en sus relaciones con lo anterior, siguiendo su evolución interna
y propia, sus relaciones con lo concomitante y coetáneo, pero también con lo
posterior –o, en conjunto, con lo concreto y circundante.
Nueve.- La comprensión histórica se inicia siempre desde el
presente, y desde la persona que quiere comprender, y a partir del presente de
la persona la compresión girando en espirales sobre la cosa pensada o en su
torno –en un doble movimiento en realidad elíptico, que va del foco del pasado
a comprender al foco del presente por su valor, sentido, servicio o utilidad.
Es decir, en un doble movimiento o dirección de lo anterior y posterior hasta
el presente –o en segmentos de espiral que va en vai-ven de la cosa pasada a la
cosa actual. Circulación elíptica, pues, que es la esencia del comentario
histórico y auténtico.
Diez.- El comentario filológico corresponde a un saber sobre
la época correspondiente, siendo diferente del comentario histórico, por
intentar éste integrar las obras a todo el saber de la época, en una
reconstrucción progresiva de ésta.
Once.- La comprensión cíclica es lo propio de todas las
ciencias humanas, o cuyo objeto es humano o histórico –comprendiendo así las
ciencias morales y políticas, las letras y la cultura, es decir, las ciencias
del espíritu. La comprensión humana no
tiene la articulación rectilínea de las matemáticas, donde cada teorema se
comprende por el anterior plena e independientemente de los posteriores, o de
los objetos abstractos de lo humano que avanzan en progresión irreversible.
Doce.-No teniendo las ciencias humanas el carácter objetivo
y rigurosamente demostrativo de las ciencias axiomáticas. Porque en las
ciencias humanas el sentido, en cambio, pertenece a la especie de la
orientación, permaneciendo por ello siempre provisional y, por decirlo así, en
suspenso, hasta el final concluyente –a
su vez siempre provisional.
Trece.- Cuanto menos abstracto un objeto, cuanto más
concreto con la realidad humana toda –individuo-sociedad-época-, tanto más
forzoso girar en torno a él para avanzar
en su comprensión, pues las cosas humanas se llegan a comprender a fuerza de
darles vueltas.
Catorce.- La comprensión histórica esta sujeta a un proceso
progresivo – es ella misma histórica y tiene historia.
Quince.- El estudio de un sector de la cultura tiene
asimismo una estructura circular, siendo la vuelta del todo en torno un círculo
de círculos –por lo que la ciencia histórica no puede sino integrarse de
trabajos parciales.
Dieciséis.- El punto
de partida de la cíclica comprensión histórica es siempre subjetivo: el
presente del historiador. Su sentido objetivo es el de la lectura en orden
sucesivo y cronológico de las obras de un autor –en un trabajo circular a su
vez, que va de una progresión de lo anterior a lo posterior y a la inversa,
represando de lo posterior a lo anterior.
Diecisiete.- Lo humano se presenta así sujeto al juicio de
la historia –tomando en cuenta que la cosas humanas, al enfrentar visiones del
mundo irreductibles e irreconciliables, se encuentran entregadas a la disputa
entre los hombres.
Ver José Gaos, Tomo IV de O.C.
Treinta de octubre del dosmildoce.
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