La Cultura Latinoamericana o el Descastamiento de la Cultura Por Alberto Espinosa
La Cultura Latinoamericana se distingue por tres notas dominantes que la caracterizan: ser una cultura cristiana, donde abunda la pobreza y cuyo sello es fuertemente estético. La fiesta en nuestra latitudes, en efecto, tiene casi siempre un carácter religioso. Es nuestra cultura una cultura efectivamente religiosa, donde resalta el color, el simbolismo, el ferviente deseo de fundirse con el todo o de desaparecer en él o de anonadarse. Cultura derivada, criolla la nuestra, cuyo punto central orbita casi siempre en la tarea de la redención del alma individual y del alma colectiva. Mediante una educación coherente podrían lograrse ambos cometidos, expresando un pensamiento liberador de atavismos y dañinas supersticiones mediante formas accesibles a nuestra sensibilidad: mediante formas bellas. Está por demás decir que hay quienes dentro de nuestra cultura rechazan, por una excesivo y destemplado modernismo, algunos de los rasgos que nos constituyen culturalmente, llegando así a ser descastados -quienes inconscientes trabajan para el "enemigo oculto" o se convierten en oficina burocrática de sus insidiosas asechanzas. Ateos irredentos, totalitarios trasnochados, falsarios y simuladores de toda laya, difícilmente comprenden la esencia de nuestras naciones resultándoles a fin de cuentas imposible participar en ella, por desprecio a la humildad, por huida a trompicones de la pobreza y la solidaridad a la que invita, por arrogancias y ambiciones sin cuento a posiciones de privilegio y de riqueza que acaban por desligarlos de la comunidad y trastornar su sentido extraviandolos en un falseado univerzalismo, todo lo cual se expresa en formas hueras, carente de maneras y de estética, sin la calidez que nos caracteriza como naciones, alcanzando el congelamiento de sus emociones y su voluntad el pero de los estancamientos: la parálisis lesiva de un hueco sentimiento de superioridad que irremdiablemente va ligado a falsos cultos, a las innobles riquezas y botines compartidos por los tejemanejes de la secresía y a la acumulación inconsciente de formas groseras, toscas, impertinentes o farisaicas de relacionarse con el prójimo, donde no existe el reconocimiento de grados y funciones incluso, en donde una autoridad universitaria puede tratar a u gremio no en términos académicos debidos de deferencia, en la relación propia de maestro-estudiante, sino en la provocadora indistinción despectiva del "joven, joven" -comprando a tan bajo precio la ilusión de ser señores con la potestad de inventar, de crear valores: como por ejemplo, el vacuo valor de haber llegado con ello a ser señores.... !!!
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