Dar Razón:
Fenomenología de la
Justificación [1]
Por José Gaos y
González Pola
El concepto de "justificación" es
uno de los más importantes de todos los conceptos. No es
"injustificado" llegar a decir que, en cierto sentido o respecto, es
el más importante de todos. Es lo que, presuponiéndolo,
"justificaría" el que empecemos haciendo una pequeña fenomenología de
la justificación, que acabará justificando la importancia del concepto y con
ello justificándose a sí misma.
Toda justificación es de algo ante algo, por o
para algo y con o mediante algo. El "de algo" indica los "objetos" de la justificación. El
"ante algo" se reduce a los
"sujetos" de ella. El
"por o para algo" mienta la "Razón
de ser" de la justificación. El "con
o mediante algo" significa el
"instrumento" de ella. O
"lo justificando", "el
juez de la justificación", "la razón de la justificación",
"lo justificante" o "justificador". La razón y el
instrumento contienen más propiamente la "esencia" de la justificación. Pero de los cuatro ingredientes
que se acaba de distinguir en el fenómeno, es aquel del que hay que partir el
sujeto o el juez: es el haber sujetos ante los cuales hay razón para que se
justifiquen con o mediante algo objetos, la razón radical de la existencia del
fenómeno; no el haber objetos que por alguna razón hayan de justificarse con
algo ante sujetos; ni el haber razones para que objetos se justifiquen ante
sujetos; ni el haber instrumentos de justificación, aunque esto, que parece lo
más obvio, sea lo más discutible...
Mas entre los jueces humanos de la
justificación representa una distinción fenomenológicamente muy importante la
de uno mismo, para sí, y los otros o todos los demás, como confirmará cuanto va a seguir.
Es, en efecto, ante cada uno mismo, ante quien, ante todo, deben, esto es, por una
razón, justificarse objetos con o mediante instrumentos justificantes; ante
cada uno mismo deben justificarse incluso las justificaciones ante otros.[2] Pero, en
cambio, no ante cada sujeto humano
hay razones para que se justifiquen los
mismos objetos. Quizá ante los más de todos los seres humanos no se
justifiquen sino unos objetos, que, por muchos que sean, serán pocos,
comparados con la totalidad de los
objetos, que ha de justificarse ante algunos sujetos humanos, sean éstos algunos
hombres religiosos, los santos, o los filósofos, o algunos de éstos, algunos
hombres por su naturaleza personal especialmente constituidos en jueces de
justificación universal. Todos los humanos son igualmente racionales en esencia; pero no en las "propiedades" y "accidentes" de esta esencia. Quizá,
incluso, la jerarquía más radical existente entre los humanos todos sea la
sentada por los grados de las "exigencias" y "capacidades"
de su razón pura y práctica relativamente a su justificación.
Y ¿con
qué suplir la deficiencia o remediar la carencia? Con la razón postulada,
dando razón de que cada sér exista y tal cual es -forzosamente, por medio de
otro o de uno, siquiera, por él mismo... La teología (teodicea) justifica a
Dios por su propia naturaleza o esencia.
Pero ¿por
qué tan universal necesidad de justificación? Porque todo se presenta
menesteroso de justificación -de razón de ser, para la razón humana en el ápice
de la mentada jerarquía: o por que para esta razón todo se presenta -se
presenta, por lo pronto, carente o deficiente de razón, irracional, en su ser
como es y en su existir mismo; y por su parte, tal carencia o deficiencia dice
postulación de razón, de racionalidad. El por qué o para qué de la
justificación, la razón de la justificación, se revela así de una peculiar
dualidad de contrarias razones: razón de la
necesidad de la justificación o de ésta misma es una falta de razón -que
postula la razón que falta.[3]
Lo que no tiene justificación, lo que se
presenta como no teniéndola, se presenta desde luego como inexplicable e
incomprensible y últimamente como no teniendo derecho a la existencia, como sin
razón de ser ni teórica ni efectiva, o está perdido.
Ante unos humanos no tiene que justificarse,
ni ante ellos mismos ni ante otros,
más objetos quizá que algunos actos
propios o ajenos.[4]
Pero ante otros humanos tiene que justificarse, ante ellos mismos, todo: todo lo humano, ajeno y propio, y todo lo
infrahumano, y todo lo sobrehumano, incluso Dios; y no solas las acciones de
los seres sino las omisiones y los seres mismos en su integridad, o su índole
toda y su existencia, o los seres (sustancias) y las cosas de los seres
(modos). Si ante quien tiene que justificarse todo, incluso, o principalmente,
uno mismo, es Dios, es porque Éste y la justificación ante Él resultan
justificadas ante uno mismo.
La necesidad de justificación es una de las
características, de las exclusivas más radicales del hombre, por no decir la
más radical -sin justificación. Podría definirse también al hombre como el
animal menesteroso de justificación. Hombre = razón = justificación. Pero hay
que puntualizar en qué sentido.
Singularmente, el hombre ha menester de
justificarse -de ninguna
justificación ha menester tanto como de la de sí mismo- ante otros seres, su
padre o su hijo, su jefe o su subordinado, su amante o su enemigo, Dios -ante
Este tanto como muestran las religiones, obra exclusiva del homo religiosus, y obra qué radical
también -y, quizá lo más radicalmente, ante sí mismo -cualquiera que sean las
relaciones entre la justificación ante sí mismo y la justificación ante otros
seres. Y si la justificación ante él se extiende a todo lo habido y por haber,
la justificación de él ante otros seres o ante sí mismo se extiende a cada una
de las acciones específicamente humanas; a toda su manera de ser, su carácter,
su personalidad; a su misma existencia. La justificación puede ser teórica,
como parte de la de todo, y práctica en estos términos: el hombre ni necesita
ni puede justificar prácticamente más que los efectos de y por (con) las causas
propios, unos y otras, del dinamismo de su naturaleza.
De Dios no puede decirse que haya menester de que se justifique ante
Él nada y menos que nada Él mismo. En Él serían la imposibilidad y la
innecesidad de ella una misma cosa - ante
sí y menos ante ningún otro sér. Ante
sí, es en sí y para sí. Lo que hay que decir es más bien que ante Él necesita
justificarse y se justifica de hecho todo, hasta el mal, hasta la nada, menos Él
mismo. Su creación entera se justifica ante Él por su gloria.
Ente el hombre y Dios hay, pues, la
diferencia consistente en que Dios no ha menester de justificación ante nadie,
ni ante sí mismo, mientras que el hombre ha menester de justificación ante
otros seres, ante Dios y ante sí mismo. La diferencia basta para -justificar la
definición del hombre por la menesterosidad de justificación.[5]
El hombre en general, ha menester de
justificación teórica de todo, de todo lo habido y por haber de que tiene
noción o noticia o simplemente sospecha. Y parece en principio que todo puede
tener tal justificación. La filosofía sería el esfuerzo del hombre para
justificar teóricamente ante sí todo, desde la existencia y naturaleza de la
inanimada hasta le existencia y esencia de Dios[6], pasando
por su propia existencia y naturaleza. Otra cosa es que el esfuerzo se revele
frustráneo, revele que no puede dar razón de la existencia de Dios o de la
existencia de un sér de la naturaleza de él mismo, del hombre en la Naturaleza ; o más
radicalmente, que no puede darse razón indefinidamente o de las razones últimas
de todo lo demás: si se da de la existencia de Dios por su esencia, de ésta no
puede darse más que por ella misma (causa
sui).
Sujetos ante los cuales sea posible
la justificación no pueden ser a su vez más que los seres humanos o seres
"sobrehumanos", singularmente Dios.[7] La
posibilidad de ser juez de justificación tiene por condición la de ser
racional.[8] En
rigor, no es ante el sujeto humano en su integridad ante quien se justifica
algo, por algo, con algo, sino sólo ante su razón -pura o práctica. Las
justificaciones ante el sentimiento, los instintos o impulsos, o la voluntad,
no lo son sino en la medida en que sentimiento, instintos o impulsos resultan
por su parte justificados ante la razón, y la voluntad, o es racional, o no es
voluntad, sino una moción irracional, si no infrarracional, de lo que es válido
lo que se acaba de decir de instintos e impulsos. Únicamente ante un sujeto que
fuese pura razón sería posible justificación ante él en su integridad.
Pero ¿no es tal razón una razón puramente
teórica, una "razón pura", y no hay "razones prácticas" y
hasta una "razón práctica"? Sin duda. La razón con que se justifique
puede ser teórica o práctica. Ejemplos: la suma de los ángulos de un triángulo
es igual a dos rectos, porque la suma de los ángulos adyacentes formados
alrededor de un punto a un solo lado de una recta es igual a dos rectos; se
come porque se siente hambre o apetito. La justificación por una razón pura o práctica
puede llamarse ella misma pura o práctica. La justificación teórica es la
fundamentación o el dar razón teórica es la fundamentación. El dar razón práctica
es la justificación. La justificación práctica puede cifrarse en el término
"utilidad", servicio, finalidad, si se lo entiende con suficiente
amplitud. Pedir la justificación de algo se expresa muy corriente y propiamente
en la pregunta: "¿a qué, tal o cuál?", es decir "¿a qué
fin?" o "¿para qué sirve?" Desde luego, hay razones
irreductibles a este sentido ni con un tropo: como decir que la razón de la
suma de los ángulos es la utilidad de los ángulos adyacentes, ni a la inversa -ya
Aristóteles enseña que en la
Geometría no hay razones de tal índole.
La justificación teórica puede ser, por
razones puras, de todo, pero, por razones prácticas, sólo de algunas cosas,
pues no todas son susceptibles de estas razones: de la suma de los ángulos de
un triángulo no puede darse razón práctica, aunque pueda darse razón práctica
de la Geometría
entera como actividad de la
Razón pura. Pero cabe dar razón práctica hasta de la teoría,
de la Filosofía :
de todo lo real, a diferencia de lo ideal.
Pero, en cambio, la extensión de la razón
utilitaria pudiera ser mucho mayor de lo que quizá parece a primera vista, o
que sean razones prácticas muchas que parecerían teóricas, simplemente por
dadas por la Razón
pura: así en la justificación teológica, no secundariamente del resto de la
creación por su utilidad para el hombre, sino primariamente de la creación
entera por la gloria de Dios: ¿no es por su servicio a o para ella? Cuando la
filosofía vino a negar todo servicio semejante de la naturaleza, redujo ésta a
una pura facticidad sin explicación, sin justificación, ni siquiera teórica.
Pero aquí se topa con sus complicaciones. Las razones practicas, por ejemplo,
las de utilidad, han de parecerle tales a la razón pura, y ello sería un
primado de la razón pura, si no fuera que ésta acaba por tener que reconocer su
propio límite en la imposibilidad de dar razón de sí misma más que por la razón
practica y de que ésta dé de la pura y de sí misma más que una razón -práctica.
Una razón teórica, como la geométrica del
ejemplo, no puede darla más que, o no puede darse más que con, la Razón pura. Una Razón
práctica, como la psico-fisiológica del ejemplo la da ante todo la Razón práctica en la
práctica misma: el hambre o el apetito hacen comer, prescindiendo de toda razón
teórica. Una causa como el hambre o el apetito, de un efecto como el comer,
puede llamarse razón práctica, y Razón práctica a la facultad o al conjunto de
semejantes razones prácticas.[9] Pero
éstas pueden ser conocidas, reconocidas, y dadas por la Razón pura, como se acaba de
hacer al poner el ejemplo. De suerte que las razones teóricas no pueden ser
dadas más que por la Razón
pura, o en el dominio del conocimiento; pero las razones prácticas pueden ser
dadas, en este dominio, por la
Razón pura, después de ser dadas por la Razón práctica en su propio
dominio.[10]
Lo que es posible, es que, además de dar la Razón pura razón teórica o práctica de la Razón práctica, ésta la de
práctica, porque no puede dar razones teóricas de la Razón pura. Pudiera ser que
el hombre tuviese y actuase una Razón pura movido por razones irracionales:
irracionales en el sentido de la
Razón pura, razones en el de la Razón práctica. Y la Razón pura podría conocer, o
reconocer tales razones de ella misma y dar de sí misma razón práctica y hasta
necesita dársela, si todo lo humano necesita justificación práctica, o darse una teórica, por ejemplo, ser una potencia don de
Dios y actuada por la iluminación de Éste. La razón de bien.
La "justificación" en sentido
religioso no es sino un caso especial, aunque de relieve singular, que
ilustrará lo indicado, confirmándolo. El hombre religioso se siente menesteroso
de justificación ante Dios, en el sentido de sentirse menesteroso de que Éste,
no lo juzgue digno de salvación, sino, indigno y todo, lo salve. La salvación
del Verbo encarnado para ello. La razón de la justificación en este sentido es,
por un lado de la dualidad indicada, la pecaminosidad humana, la falta de
merecimiento de la salud, de la bienaventuranza, y por el otro lado, la divina
justicia, o misericordia, o bondad -o libérrimamente arbitraria e incomprensible
voluntad. Los premios y las penas eternas se justifican, por (con) la justicia,
ante Dios para el creyente.
[1]
Archivo
José Gaos del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM. CARPETA 31. folio: 4657 (7 Hojas).
Curso de Antropología,
Antropología y Eudemonología. Lección de introducción al segundo semestre del
curso. Colegidas de las dadas, con variantes, en años sucesivos (1957). [El
título es del editor, porque se encontraba como sinónimo de la expresión
"justificación" en la primera línea del ensayo y es, en realidad, el
tema central de todo el escrito -para nota del editor].
[2] La caída de los ángeles se justifica, por su rebeldía, ante Dios,
eventualmente para el creyente. La limosna se justifica por la caridad ante el
caritativo que la da para el que comprende la acción de éste. El fumar se
justifica por el placer ante el fumador para el que comprende a éste aunque él
no lo sea. La compression supone cierta comunidad. La creación se justifica por la gloria de Dios
ante Dios para el hombre. La existencia y la esencia de Dios se justifican ante
el hombre. ¿La existencia y la esencia de Dios se justifican ante Dios? El
hombre justifica ante sí el Sér que ni puede ni necesita justificarse ante sí.
[4] Aquello de que haya justificación depende de aquel ante quien la haya.
No hay justificación de todo ni de todos, sino de unas cosas o unos sujetos
ante unos sujetos y de otras cosas u otros sujetos ante otros sujetos: si los
acusados tienen que justificarse ante el juez, ni ellos tienen que justificarse
ante el tendero, ni los no acusados tienen que justificarse ante el juez.
[7] Los seres "infrahumanos" no son capases de dar ni recibir aquello
con lo que justifica. Los seres sobrehumanos quizá sean susceptibles de que
ante ellos haya justificaciones por lo que tengan de humanos o de divinos o por
lo que deban a los seres humanos. Pero entre el hombre y Dios impone una gran
diferencia aquello de que es menester
que hay justificación ante ellos. Y si los seres intermedios entre el sumo Sér
y los seres humanos necesitan o necesitaron justificación y pueden o pudieron
tenerla, quizá sea por lo que tengan de los humanos o a éstos deban.
2) Razón pura dada por la práctica:
imposible.
3) Razón práctica dada por la pura: la
utilidad de la creación, los postulados kantianos! La crítica de la razón
práctica es en rigor una crítica racional pura de la razón práctica.
4) Razón práctica dada por la práctica:
la efectiva utilidad de algo para un hombre. Difícil que sea absolutamente
independiente de 3).
La razón pura puede dar razón
pura de sí y de la práctica (en realidad
no puede darla de sí pura, sino práctica, y no puede darla ni pura ni práctica
de la practica). La razón práctica no puede dar razón pura de nada, pero puede
darla práctica de todo, incluso de la pura y de sí.
Razón pura -pura -teórica -de todo<de sí
}< de la práctica <práctica de lo humano y
sobrehumano
Razón pura -práctica -prácticamente lo
humano
de lo humano y
sobrehumano
Razón práctica -dada
teóricamente.
Razón práctica -dada
prácticamente< de la pura con sus razones.
Hay que esforzarse por dar con
la razón pura de las razones pura y
práctica por esta última.
Las razones puras, internas a prácticas...
O las prácticas a las puras?
La razón pura objetiva la práctica: razón y modificación }
La razón práctica motiva la pura: razón y significación
Razón-objetivación-razón