jueves, 18 de abril de 2013

Antropología Filosófica II Por Alberto Espinosa



La Voz de la Razón: lo Dado 

La razón es inmediatamente la palabra, como en el refrán: "Obras son amores y no buenas razones". Las buenas razones ("good resons") suelen ser también las palabras vacías ante la realidad, la falsa justificación del propósito y la tarea no cumplida, la medida de la incoherencia humana entre su doctrina o su argumentación y su praxis o acción vital. 
En un primer sentido o nivel la razón es la palabra, que es voz, que es lenguaje. La palabra, la razón, es el lenguaje, el acto verbal de comunicación que un sujeto dirige a un destinatario para articular una situación de convivencia (acto alocutivo).
Se trata así del lenguaje articulado por la voz humana -doble articulado, al estar constituido por palabras, donde se entreveran vocales seguidas de consonantes, por un lado; y por el otro de palabras seguidas de otras palabras de acuerdo a una estructura sintáctica de artículos, sujetos, verbos y complementos. Así, siendo la palabra el átomo de la expresión verbal oral, su verdadera unidad se encuentra en la frase, en la oración completa -la cual, en su actividad (verbo) y sustancialismo (sujeto) refleja o espejea la estructura molecular misma del mundo. 
La palabra, la razón, consiste en el movimiento de las cuerdas del aparato de la fonación, o cuerdas bucales, que imprimen una vibración específica al aire (de sonidos entreverados de vocales y consonantes), convirtiéndose así, propiamente, en expresión verbal acústica, que es una expresión de proximidad, casi de contacto -antes de toda escritura y preservación de la palabra por la letra (primero manuscrita, luego impresa e incluso publicada luego para su difusión o preservación). En la palabra hablada, en efecto, hay un elemento de modulación del aire, que puede ser artístico, estético, como en las voces educadas de los cantantes o de los oradores -que como Demóstenes, adiestran la lengua al poner una piedra debajo de ella, para exorcizar sus taras o tartamudeos-, que es propiamente hablando la elocución (acto elocutivo), importantísimo en el proceso educativo, específicamente de la formación de la boca humana y su aparato de fonación, la cual haya, como repito, su expresión más alta en el canto y en el discurso oral. 
Pero la palabra, por su misma constitución, no sólo objetiva o hace referencia a un objeto (acto de objetivación o de referencia) mediante una serie de notas o conceptos (acto de notificación); también significa ciertos movimientos o estados de ánimo del sujeto que profiere la palabra, significando éstos (la significación), por haber en ella un ingrediente de expresión literalmente corporal, y por tanto de expresión mímica. La palabra hablada se expresa, en efecto, según un "tono de voz", el cual expresa estados o movimientos de ánimo, significándolos en el acto de comunicación tanto a sí mismo como al destinatario. Tales tonos de voz pueden clasificarse en cuatro grandes familias: 
El tono imperativo, como en el mandato: "Tu debes amar. O: Ama el bine, odia el mal. El cual significa la voluntad del sujeto que se supera a sí misma, que se sobrepuja e impele al destinatario a su aceptación, a su obediencia. Hay tipos imperativos, que reclaman mando, mandato, incluso imperio. Pedagogos, hombres de poder como políticos, militares, directivos, son, per se, sujetos de dominio, de mando, de mandato: imperativos. 
El tono dubitativo, como el de toda pregunta: Hay alguien en casa...? O, Quien vive...??? Su tipo humano es el del preguntón, el de quien sabiendo algo sobre lo que pregunta desea, está ávido de saber más de ello, de complementar, corregir o ampliar su saber. Entre sus tipos humanos se encuentra por supuesto el investigador, el periodista, también el chismoso y el filósofo.
El tono exclamativo, que es el más emotivo y rico de todos, siendo sus vórtices la afirmación y la negación, contundentes, definitivas. Así es...!!! No es verdad...!!! Prácticamente toda la poesía está impregnada por ese tono de voz, hasta el grado de poderse hablar de la "otra voz", de una voz propiamente poética, que puede ser del lamento o queja, pero también de jubilo y arrebatamiento. 
Por último habrá que considerarse el tono enunciativo, que es propiamente el de la teoría, el de la ciencia, el del saber, el de la filosofía misma. Se trata del estado emocional de la certeza, propio del género discursivo, que equivale a una ecuánime contemplación de lo objetivado y frecuente de lo meramente notificado o del ingrediente puramente conceptual del discurso, muy propio pues en el caso del proceso educativo, de la educación. pues equivale a el lenguaje expositivo de un saber, de una convicción profunda o de una verdad paladina. Por caso: Y entonces Jehová dijo "Fiat Lux", "Que haya Luz", y separó la luz de las tinieblas. 
Si la filosofía debe iniciar con lo dado, lo inmediatamente dado a la filosofía es el sujeto filosofante en su posición de querer ir hacia... donde sea... Dándose en ese querer ir hacia donde sea el pensamiento, la palabra, la razón... y justamente como algo dado, como algo que no hay necesidad de ir a buscar o rebuscar a ninguna parte (el contrasentido del dato buscado). Así, es la palabra lo inmediatamente dado a la filosofía como pensamiento consciente de sí mismo -ya en posición directa.



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