viernes, 9 de noviembre de 2012

Alberto Espinosa Orozco Monadología I Compresión Histórica



Antropología, Cultura y Método Historiográfico

Uno.-  Ningún sistema filosófico es extraño al tiempo –porque aún lo eterno tiene siempre y todo el tiempo historia.
Uno bis.- Aún la verdad absoluta, la verdad teológica, piedra no erosionada e inmune al diente roedor del tiempo, oro que no se degrada ni sufre los efectos de la oxidación, esta sujeto al tiempo, a un tiempo sin fin y sin comienzo, por tanto susceptible a encarnación o a la manifestación temporal del espíritu absoluto  –ejemplo supremo, la Teodicea; ejemplos menores, la obras de are clásicas.
Dos.-  Todos los productos humanos, especialmente sus manifestaciones culturales, juegan sus relaciones entre contenidos marcados  por el tiempo y lugar de su realización y son juzgados siempre desde otra posición con ellos histórica y social, pero sobre todo personal, en términos de mayor o menor distancia a ellos, de adhesión o rechazo a ellos.
Tres.- La comprensión histórica de los productos culturales  debe partir de:
a.- Una Idea del Hombre, a partir de la cual:
b.- Seguir y situar históricamente lo que se quiere comprender;
c.- Estudiándolo no sólo en sí, sino en sus relaciones inmediatas con lo anterior;
d.- Prosiguiendo con el estudio de su evolución interna y propia;
e.- En una comprensión por necesidad de su objeto cíclica o en espirales en torno a o sobre las cosas pasadas;
Todo ello en razón  de la estructura misma de la realidad humana, que es ella misma concreta; es decir, circular en cierto sentido –las revoluciones de cronos, las horas, los días y los años, insertadas en la superposición o imbricación de las generaciones.
Cuatro .-  No sólo respecto del pasado, también de las cosas futuras hay la posibilidad también de una compresión histórica. Tales casos, incoados por el presentimiento, serían los de la expectativa y la previsión, mayúsculamente los de la profecía y la presciencia, culminantes en la teología propiamente dicha.
Cinco.- Cada afirmación o proposición de un autor debe ser entendida y explicada en función de la obra entera del  pensador, pero también de la realidad histórica circundante.
Seis.- Comprender los productos humanos requiere situarlos en la historia, en su tiempo, mirados desde la atura del tiempo presente con un sentido histórico para las cosas de la cultura; por un lado, restableciendo el orden de su producción histórica, por otro lado contrastando tal producción con los productos y manifestaciones culturales de su tiempo, donde deben entrar consideraciones como los del genio nacional.
Siete.- La crítica de las obras del pasado es histórica o realizada por medio de la comprensión histórica, la cual consiste en entrar en una relación personal, consciente y reflexiva, pero también afectiva y práctica, o de compenetración con las cosas o de distanciación y repulsión a éstas, fundada en la relación  histórica de nuestra posición social, personal e histórica con ellas.  Crítica, pues, en el sentido de juicio y de buen juicio, de conciencia y de reflexión sobre la verdad o falsedad de algo.
Ocho.-  Para criticar algo desde el punto de vista de su valor humano, ha de ser primero comprendido en su producción histórica y en su propio sentido, para lo cual es imprescindible situar aquello que se critica; esto es, hay que seguir históricamente aquello que se quiere comprender, tanto en el estudio de sus orígenes como en sus relaciones con lo anterior, siguiendo su evolución interna y propia, sus relaciones con lo concomitante y coetáneo, pero también con lo posterior –o, en conjunto, con lo concreto y circundante. 
Nueve.- La comprensión histórica se inicia siempre desde el presente, y desde la persona que quiere comprender, y a partir del presente de la persona la compresión girando en espirales sobre la cosa pensada o en su torno –en un doble movimiento en realidad elíptico, que va del foco del pasado a comprender al foco del presente por su valor, sentido, servicio o utilidad. Es decir, en un doble movimiento o dirección de lo anterior y posterior hasta el presente –o en segmentos de espiral que va en vai-ven de la cosa pasada a la cosa actual. Circulación elíptica, pues, que es la esencia del comentario histórico y auténtico.  
Diez.- El comentario filológico corresponde a un saber sobre la época correspondiente, siendo diferente del comentario histórico, por intentar éste integrar las obras a todo el saber de la época, en una reconstrucción progresiva de ésta.
Once.- La comprensión cíclica es lo propio de todas las ciencias humanas, o cuyo objeto es humano o histórico –comprendiendo así las ciencias morales y políticas, las letras y la cultura, es decir, las ciencias del espíritu.  La comprensión humana no tiene la articulación rectilínea de las matemáticas, donde cada teorema se comprende por el anterior plena e independientemente de los posteriores, o de los objetos abstractos de lo humano que avanzan en progresión irreversible.
Doce.-No teniendo las ciencias humanas el carácter objetivo y rigurosamente demostrativo de las ciencias axiomáticas. Porque en las ciencias humanas el sentido, en cambio, pertenece a la especie de la orientación, permaneciendo por ello siempre provisional y, por decirlo así, en suspenso,  hasta el final concluyente –a su vez siempre provisional.
Trece.- Cuanto menos abstracto un objeto, cuanto más concreto con la realidad humana toda –individuo-sociedad-época-, tanto más forzoso  girar en torno a él para avanzar en su comprensión, pues las cosas humanas se llegan a comprender a fuerza de darles vueltas.
Catorce.- La comprensión histórica esta sujeta a un proceso progresivo – es ella misma histórica y tiene historia.
Quince.- El estudio de un sector de la cultura tiene asimismo una estructura circular, siendo la vuelta del todo en torno un círculo de círculos –por lo que la ciencia histórica no puede sino integrarse de trabajos parciales.
Dieciséis.-  El punto de partida de la cíclica comprensión histórica es siempre subjetivo: el presente del historiador. Su sentido objetivo es el de la lectura en orden sucesivo y cronológico de las obras de un autor –en un trabajo circular a su vez, que va de una progresión de lo anterior a lo posterior y a la inversa, represando de lo posterior a lo anterior.
Diecisiete.- Lo humano se presenta así sujeto al juicio de la historia –tomando en cuenta que la cosas humanas, al enfrentar visiones del mundo irreductibles e irreconciliables, se encuentran entregadas a la disputa entre los hombres.

Ver José Gaos, Tomo IV de O.C.

Treinta de octubre del dosmildoce. 



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